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Juego de conexiones entre obras de distintos estilos y épocas en el Thyssen

Coincidiendo con la celebración de su 20 aniversario, el Museo Thyssen-Bornemisza ha puesto en marcha, entre otras actividades, el ciclo expositivo 'Miradas cruzadas', cuyo objetivo es incentivar en los visitantes un juego de conexiones y divergencias entre obras de distintas épocas y estilos procedentes de las colecciones del propio Museo.

Así, a partir del 22 de mayo se presenta la segunda entrega de esta serie, con el título 'Rostros y manos, pintura germánica antigua y moderna'. La muestra, comisariada por Dolores Delgado, del área de Pintura Antigua del Museo, propone una confrontación entre el Renacimiento germánico y el Expresionismo y la Nueva Objetividad que surgen en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, con obras de Alberto Durero, Lucas Cranach el Joven, Otto Dix o Max Beckmann, entre otros.


Tanto en el Renacimiento como en el siglo XX los artistas de estos movimientos se interesaron por el hombre y su imagen, así como por su exaltación a través del arte. Para estos ideales el retrato era el vehículo perfecto, lo que contribuyó al gran auge que tuvo en ambas épocas.


El retrato constituye uno de los géneros pictóricos de mayor calidad y cantidad de la Colección Permanente del Museo Thyssen-Bornemisza. Su importancia dentro de la tradición pictórica alemana explica la preferencia por este género del primer barón Thyssen-Bornemisza y de su hijo y fundador del Museo, Hans Heinrich.

INFLUENCIA DE LOS MAESTROS
Una mirada atenta a la selección de obras que se presenta en este nuevo montaje permitirá al espectador advertir la influencia que los maestros antiguos alemanes ejercieron sobre artistas como Otto Dix o Max Beckmann a principios del siglo XX. A pesar de su lejanía en el tiempo, es posible observar su proximidad técnica y teórica en aspectos como la similitud en los esquemas de representación, el interés por el detalle y el realismo, así como la obsesión por retratar la personalidad y la psicología de los personajes a través de los rostros y de las manos.


Rostros y manos acaparan la atención, llegando a ocupar a veces la totalidad de la superficie pictórica. Es el caso de 'Cristo entre los doctores', obra maestra de la Colección, en la que Durero intensifica la expresividad a través del gesto rozando incluso lo grotesco. También el rostro y la mano de Beckmann en su 'Autorretrato' o de Max Schmidt, en el retrato realizado por el austríaco Oskar Kokoschka, se convierten en el centro de las miradas y cobran un papel protagonista para representar la psicología de los personajes.


Otto Dix, figura clave de la Nueva Objetividad, refleja también en su obra una evidente influencia de la tradición pictórica germánica, recuperando la técnica de pintura sobre tabla o las veladuras de los maestros renacentistas. La puesta en escena de sus cuadros, como se observa en 'Hugo Erfurth con perro', muestra igualmente un gran paralelismo con obras de maestros del Renacimiento, con la figura humana destacada sobre grandes cortinajes y fondos en diferentes gamas de azul.


Así se ve, por ejemplo, en 'Retrato de Ruprecht St~pf', de Barthel Beham (1528). En ambos casos, como en otras obras reunidas temporalmente en esta selección, la abundancia de detalles y el realismo permiten al artista transmitir la psicología del retratado o resaltar elementos u objetos que hablan de su estatus social, su oficio o su personalidad.