Historia

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Planeta Nielsen

La Razón
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Ya saben ustedes que se han filtrado un montón de papeles de la inteligencia americana y la que se ha montado. Y ya saben que a servidora, tal y como les conté el otro día, le ha encantado, porque se ha notado de pronto muy a la altura de Gustavo de Arístegui, aunque hubiera preferido parecerse más a Chencho Arias, que es salao a más no poder. Algunas de las informaciones son importantísimas y afectan a la paz en el mundo, pero no son demasiado interesantes. Lo realmente esencial son los comentarios con mala leche sobre los líderes mundiales.
Ha sido hacerse público lo que la Administración americana piensa en privado y producirse una conmoción entre los gobernantes. Carreras, telefonazos por líneas reservadas, llamadas en plena noche al búnker de cada palacio presidencial. Justo casi al mismo tiempo, va y se muere Leslie Nielsen, que tenía justo la visión más chapucera del mundo y finalmente, tal y como nos han enseñado las embajadas norteamericanas del mundo, la más cercana a la realidad. Se ha muerto Nielsen y se ha llevado consigo ese humor tan suyo y tan particular, un humor que no tiene término medio, que te encanta o te repatea, que te hace sentir un idiota feliz o tremendamente imbécil.
Las cosas de Leslie la verdad es que ganan con el tiempo, o,mejor dicho, con las repeticiones. Seguramente ganen también con la perspectiva, porque ya nadie descarta que cualquier vuelo pueda acabar con ambiente de frenopático. Yo no he sido mucho de Nielsen, pero le respeto desde que vino a rendirle pleitesía a Chiquito de la Calzada, al gran Gregorio, un genio menos planetario pero más estratosférico, un hombre bueno rodeado de agentes con maneras de representar, en realidad, a Liza Minnelli. Yo he sido más de Pepe da Rosa, al que echo de menos en los tiempos Wikileaks, porque su muerte nos ha privado de una sevillana sobre el peinado del líder de Corea del Norte y no hay derecho. Se ha ido Leslie Nielsen y aunque una no ha sido muy partidaria nunca de su humor ni conserva en la hornacina de los incunables sus películas,le despide enternecida por la turbia y cruel historia que se esconde detrás de su afán por la gansada continua: su padre, un hombre violento que imponía su mano dura con la familia, sólo se calmaba si el bueno de Leslie, entonces un chiquillo, conseguía hacerle reír. Se ha ido Leslie Nielsen, y a ver quién consuela ahora a Robbie el Robot, pobre, con esas piernas tan gordas.