Elecciones europeas
El punto y la «i»
Insisto en mi ruego. Ahorren. Esta campaña electoral es innecesaria. Llevamos muchos meses en campaña electoral y parece que los resultados están cantados. ¿Lo del CIS? Quizá exagerado para movilizar al desmovilizado voto socialista. Me entristece ver a Pérez Rubalcaba prometiendo lo que no cree y dándose ánimos en las espinillas. Ahora se comunica por «twiter» con los llamados «indignados» que han vuelto a violentar los espacios públicos con la autorización de la Delegada del Gobierno. Si no hay Gobierno, ¿para qué sirve una Delegada de lo que no hay? Una incoherencia. Se contaba de un ilustre catedrático de Derecho en la posguerra. Llamémosle Gómez. Por su pasado republicano, fue depurado.
Pero el ministro de Justicia, que había sido alumno de Gómez, consiguió que le devolvieran la cátedra y su rango. Gómez tenía un discípulo, Pérez. Una mañana la Policía lo llevó hasta el juez. Se le acusaba de ser discípulo de Gómez, el rehabilitado, y Pérez le formuló al juez una pregunta con lógica aplastante : «Señoría, ¿cómo es posible que sea más grave ser discípulo de Gómez que ser el propio Gómez?». Pues lo mismo con la Delegación del Gobierno en Madrid. ¿A qué Gobierno representa esa señora tan ploma si el Gobierno está desaparecido y ha hecho mutis por el foro? Una delegada del Gobierno que obedece al candidato electoral de un partido político y contribuye a la degradación de la normalidad en los días previos a unas elecciones democráticas se me antoja, como poco, una delegada muy peligrosa. Una delegada del Gobierno que anima y protege a quienes pretenden boicotear unas elecciones democráticas se me antoja, como poco, una delegada infumable. Una delegada del Gobierno que autoriza el allanamiento de una propiedad privada por parte de un grupo de «okupas» perfectamente adiestrados, se me antoja, como poco, una delegada inadmisible. Y un candidato que tiene como única esperanza de recuperación social a quienes no aceptan ni el sistema ni la sociedad me parece un candidato de risa floja.
Faltan quince días para las elecciones, que es de esperar puedan celebrarse en libertad, pacíficamente y sin coacciones violentas. No malgasten los partidos el dinero que tanta falta hace para otras cosas. Esta campaña es innecesaria. Con cinco millones de parados, el candidato socialista, en lugar de pedir el voto tendría que pedir perdón. No puede desligarse de la gestión de un Gobierno al que ha pertenecido con muy especial relevancia. Esto es absurdo. Y para colmo, por primera vez en nuestra democracia, un ministro del Gobierno que no está, pero sigue estando, se mueve por el Tribunal Supremo por una causa de extrema gravedad.
Bono ha dicho que la procesión no termina hasta que pasa el último santo, y tiene razón. Y Ramón Jáuregui, con el que comparto año de cosecha, que quedan quince días para poner los puntos sobre las íes. También le ampara el derecho a la esperanza y no yerra en los plazos, en los puntos y en las íes. Pero después de lo de Blanco, conviene buscar palabras e imágenes éticas con muchas íes y muchos puntos. Y esa ética, también estética, se resume en una acción voluntaria y decente que no se ha producido todavía. Tres íes y tres puntos. Dimisión.
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