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OPINIÓN: Wikileaks la película

La Razón
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En un reciente artículo sobre Wikileaks, se pregunta Umberto Eco por qué han hecho tanto daño las filtraciones de la web si es algo que ya se ha publicado de otra manera o que corre de boca en boca ya desde tiempo atrás. Y sostiene que el verdadero escándalo no está en la información en sí, sino en su repetición pública y, sobre todo, en la puesta en evidencia de los fallos de seguridad en el sistema de la diplomacia americana. Desde luego, esto es así en cierto modo, pero sobre todo en el primer punto de su argumentación: que lo que dicen los papeles de Wikileaks es algo que ya todos, más o menos, habíamos imaginado. Y esto es lo que me parece más curioso, porque algunas de las filtraciones (y no me refiero a las banales) son tremendamente graves. Perversiones extremas (tráfico, extorsión, chantaje, manipulación) que, sin embargo, no nos sorprenden en absoluto. Parece que estuviésemos curados de espanto, o que hubiésemos visto ya esa película. Y esta es la clave, que todo es demasiado peliculero. Se dijo del atentado de las torres gemelas que ya lo habíamos visto antes en la ficción y que eso atenuaba su impacto porque lo situaba dentro de una misma secuencia de imágenes que imponían sobre la realidad un imaginario ficcional. Las filtraciones de Wikileaks se encuentran también dentro de esa secuencia espectacular. Más que a la realidad, responden a un modelo fílmico. Es imposible pensar en todo lo que está sucediendo sin atender a nuestro imaginario construido por las películas de espías y de conspiraciones globales. Desde luego, parece claro que hoy es la realidad la que imita a la ficción.