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La lista roja de los tesoros de Egipto

La lista roja de los tesoros de Egipto
La lista roja de los tesoros de Egiptolarazon

Antes del 25 de enero de 2011, Egipto era conocido por sus milenarias pirámides y templos, sus intrigantes momias y los turísticos cruceros por el Nilo. Pero después de la revolución, esas maravillas han quedado en segundo plano por las noticias sobre la errática transición democrática egipcia e, incluso, amenazadas por la nueva realidad del país, que olvida en ocasiones su pasado mientras está fraguando su futuro.

El recién nombrado jefe para la vigilancia de las antigüedades y su recuperación, Osama Al Nahas, explica a LA RAZÓN que la tarea de las autoridades egipcias para salvaguardar el patrimonio cultural es inmensa y compleja. Siempre lo ha sido, por el «gran valor y atractivo que tiene todo aquello que proviene de Egipto», dice Al Nahas, pero ahora esa misión es casi imposible debido a las condiciones de seguridad desde el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak, y con él una estabilidad y un estado policial que lo controlaba absolutamente todo.

Un año después de la marcha del «faraón», el Consejo Internacional de Museos ha emitido la «Lista roja de objetos culturales egipcios en riesgo», en la que se recogen 50 ejemplos de piezas especialmente en peligro y suculentas para los ladrones y traficantes de antigüedades. Desde pequeñas estatuillas de la era faraónica, delicados vasos canopes, una diminuta momia del pájaro sagrado ibis; hasta frisos y piezas arquitectónicas de los primeros siglos después de Cristo; pasando por vasijas y monedas del periodo grecoromano (del siglo IV a.C. al siglo IV d.C.) y espadas o manuscritos del Imperio de los Mamelucos (del siglo XIII al XVI).

Los objetos de este listado no han sido robados: están custodiados en Egipto y en museos de todo el mundo, y sirven de guía tanto para los expertos del sector como para los organismos que vigilan el comercio y tráfico de antigüe-dades».Todas ellas son piezas que se pueden extraer y robar fácilmente, y vender rápidamente por sus características especiales», explica Al Nahas a este periódico, destacando que no sólo las piezas de la era faraónica están en riesgo, a pesar de ser las más conocidas y mágicas, sino que artefactos de todas las épocas se cotizan mucho, por ejemplo, los procedentes del reinado del primer monarca independiente de Egipto, Mohamed Ali (1805 – 1848 d. C.). Para evitar que sean robadas y, sobre todo, sacadas de Egipto, el país cuenta con 39 unidades policiales especializadas que vigilan los puertos y aeropuertos, tal y como asegura Al Nahas, que se queja de que sus agentes carecen de medios como, por ejemplo, detectores para poder interceptar los artefactos escondidos. Asimismo, los policías están siendo entrenados para reconocer las piezas de verdadero valor y diferenciarlas de las réplicas, entre otras cosas. El pasado mes de febrero, una pareja de británicos fue retenida en el aeropuerto de la histórica ciudad de Luxor con varias piezas antiguas en la maleta, que resultaron ser finalmente falsas.

Tráfico en la frontera
En el marco del caos que reina en Egipto, no faltan esfuerzos y buenas intenciones, pero Al Nahas admite que, por ejemplo, el control de las fronteras terrestres es especialmente complicado. El contrabando ha aumentado en el norte de África y Oriente Medio al calor del descontrol y el vacío de poder surgido tras las revoluciones árabes. La frontera entre Egipto y Libia se ha convertido en una vía de tránsito preferencial para las armas y también para piezas arqueológicas más pequeñas y que pasan sin duda más desapercibidas que los cohetes y misiles. A finales del año pasado, algunos componentes del denominado «tesoro de Bengasi» –compuesto por unas 10.000 piezas, entre ellas 8.000 monedas de oro, plata y bronce de todas las épocas- fueron encontradas en el mercado negro egipcio tras haber desaparecido en la ciudad libia durante la guerra–. En Alejandría, a unos 500 kilómetros de la frontera con Libia, una valiosa estatuilla del dios del amor Cupido estaba siendo vendida en un mercadillo de antigüedades, entre imitaciones chinas y el polvo milenario.

Desde la Unesco en El Cairo expresan su reocupación por el patrimonio cultural de los países de la zona en estos momentos y circunstancias «especiales». El organismo de la ONU hace seguimiento muy de cerca de los sitios clasificados como patrimonios de la humanidad, pero Costanza De Simone, experta de la Unesco, asegura a LA RAZÓN que la situación en Egipto está «bajo control», porque no ha dejado de haber un gran interés y esfuerzo por parte de las autoridades y también de las comunidad internacional. Después de la revolución, «ha aumentado la micro criminalidad», explica De Simone, «y esto lógicamente supone un riesgo», tanto para los monumentos como para las piezas de museo.

Los sitios arqueológicos, muchas veces situados en medio del desierto y en vastos espacios, están más expuestos al peligro. Un empresario turístico especializado en tours para visitar las ruinas faraónicas más famosas explica a este periódico que ahora mismo no hay menos seguridad pero sí más sentimiento de impunidad por parte de los malhechores. «La democracia también significa esto», hace notar De Simone, «ahora en Egipto hay más libertad», para lo bueno y también para lo malo.

 

¿PELIGRAN LAS RUINAS ROMANAS DE PALMIRA?
Siria es una de las cunas de la civilización en Oriente Medio y cuenta con tesoros únicos, como el oasis de Palmira, donde entre el siglo I y II d.C. los romanos edificaron una compleja y espléndida ciudad, fundamental en las rutas comerciales entre Asia y el Imperio. El pasado mes de febrero, la oposición siria informaba de que la ciudad moderna de Palmira (en la castigada provincia de Homs) estaba siendo bombardeada por el Ejército del presidente Bashar al Asad. Imposible saber si los bombardeos afectaron también a las ruinas romanas de la urbe, que están entre los seis sitios patrimonio de la humanidad de la Unesco en el país. Algunos de ellos están directamente amenazados por la violencia, pero ni esta entidad ni ningún otro organismo internacional pueden acceder al país para supervisar la situación de las antigüedades, que no son una prioridad en un conflicto en el que han muerto más de 8.000 personas desde que estalló la revolución en marzo de 2011.

 

EL PATRIMONIO LIBIO, INDEMNE
A diferencia de lo que suele ocurrir en todas las guerras, el patrimonio histórico y cultural libio salió relativamente indemne de un conflicto que duró ocho meses, tal y como aseguraban las nuevas autoridades al concluir la guerra. Además del robo del «tesoro de Bengasi», la mayor parte de las piezas fueron salvaguardadas en los museos y los monumentos más destacados no sufrieron graves daños en los bombardeos. Las espectaculares ruinas romanas de Leptis Magna, patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, fueron empleadas por las tropas del Coronel Muamar al Gadafi para esconder sus tanques y lanzaderas porque sabían que, bajo sus arcos y sus columnas, la OTAN no los atacaría. Los otros cuatro sitios patrimonio de la Humanidad también se salvaron, a pesar de estar bajo fuego cruzado.