Málaga

El coraje de gobernar

La Razón
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El poderío del PP es abrumador. Se palpa en el ambiente. Pero España, en situación de emergencia, no está para exhibiciones de fuerza partidistas ni para aparatosas demostraciones de músculo. Rajoy lo sabe y se lo ha hecho saber a su gente. España está para ser arreglada y la buena noticia es que tiene arreglo. Hay quienes pueden hacerlo y a quienes se les va a encargar democrática y limpiamente en apenas mes y medio. El cónclave de Málaga es simplemente una manifestación de la conjura, en el sentido más noble y trascendente del término, de los que son perfectamente conscientes del ejercicio intensivo y sostenido de ímpetu, de determinación, de inteligencia y de valor que tienen por delante. El apocado candidato Rubalcaba entiende que nos estamos pasando con los esfuerzos para remontar. El pobre no se ha enterado de la película después de ocho decadentes años que nos han llevado al hoyo. Los que ayer escuchaban a Aznar, por el contrario, saben de qué va la feria, especialmente cuando los que se suben a las atracciones son los socialistas. Y saben además cómo tirar la cuerda para sacarnos del pozo. Pero no seamos incautos, ni inmaduros, ni pequemos de pardillos porque podemos correr el riesgo de terminar estrellados en la pura frustración. Todo tiempo de cambio es tiempo de cautela. Y no pensemos que papá Rajoy sacará antes de la Navidad las castañas del fuego a aquellos compatriotas que no progresan adecuadamente sencillamente porque no dan para mucho más, ejerza el liderazgo la izquierda o el centro-derecha.
Del Partido Popular se espera coraje para gobernar, pero de cada uno de los españolitos de infantería se demandará más arrojo, más audacia y más sentido de Estado que nunca. Sólo así olvidaremos pronto a Zapatero. Sólo así volveremos a ser lo que fuimoshan seguido las medidas posteriores, la reforma laboral que no es tal o la del cálculo de las pensiones. En realidad, esa tragicomedia de la descalificación-rectificación que vivió Zapatero entre el 5 y el 12 de mayo de 2010 se ha venido repitiendo una y otra vez desde entonces. Es la que le lleva a dar bandazos a la derecha y a la izquierda en su campaña al propio Rubalcaba.