Cataluña

Por amor o por contienda

La Razón
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A mediados de los años cincuenta del s. I estaba encerrado en las cárceles de Roma un personaje bien peculiar que respondía al nombre de Pablo de Tarso. En nada intimidado por lo poco afortunado de su suerte, Pablo aprovechó el tiempo en prisión para escribir una serie de cartas dirigidas a comunidades fundadas por él. En una de ellas, la enviada a los filipenses, Pablo se hace eco de una situación personal ciertamente dolorosa. En las diferentes iglesias, había gente que no sentía la menor simpatía por él y que, ciertamente, predicaba el Evangelio, pero no por buenos motivos sino, fundamentalmente, con la finalidad de causarle amargura. Sin embargo, Pablo –que da muestra de una extraordinaria alegría en esa epístola a pesar de las cadenas– señala que lo que él desea es que se predique a Cristo y que si otros llevan a cabo esa labor, le da igual que lo hagan «por amor o por contienda». Era Pablo, sin duda, un hombre de fe, pero también poseía un extraordinario pragmatismo que no le permitía perder de vista la meta final. Saco esto a colación porque estoy convencido de que una de las claves fundamentales de los próximos años será la actitud del PSOE. Desde que regresé del extranjero hace unas semanas he preguntado a gente de las extracciones más diversas si creen que el PSOE arrimará el hombro para ayudar a un gobierno del PP a sacarnos de la crisis o si, por el contrario, que se echará al monte apoyándose incluso en elementos violentos e «indignados». Todos sin excepción, lo mismo si proceden del mundo de los medios, del arte, de las finanzas o del análisis económico, me han contestado que se esperan que sucederá lo segundo. Reconozco que no faltan motivos para llegar a esa conclusión, pero, a pesar de todo, creo que el PSOE no tiene otra alternativa distinta a la de ayudar al PP a remontar la crisis. No espero que actúe así por patriotismo ya que el PSOE ha demostrado que no posee un átomo tanto en sus desatinos en política exterior como, sobre todo, en el apoyo otorgado al inconstitucional estatuto de Cataluña. Tampoco sueño con que el PSOE se mueva en la buena dirección impulsado por el respeto a la justicia ya que no ha dudado en buscar un pacto que exculpara a ETA y la devolviera a las instituciones e incluso ha lamentado la reciente condena de Otegui. Ni siquiera me hago ilusiones de que busque cómo conservar el estado del bienestar porque nadie ha hecho tanto daño a la educación pública como el PSOE. No, en realidad, espero que sólo por frío egoísmo el PSOE colabore en la solución de problemas que ha ido creando junto a los nacionalistas durante décadas. Diariamente suplico al Altísimo que el PSOE caiga en la cuenta de que si no reestructuramos el sistema autonómico, reflotamos la red crediticia, flexibilizamos la legislación laboral y logramos un crecimiento económico el barco naufragará y con él los socialistas. Si es así, objetarán algunos, el PSOE actuará debidamente, pero no por convicción si no en beneficio propio. Es igual. Yo en esto soy un pragmático como Pablo de Tarso. Si el PSOE se comporta como es su obligación, me da lo mismo que lo haga por amor o por contienda.