Berlín
Merkel no rescata a ZP
Ahora es Merkel. Egoísta y antieuropea. Zapatero no deja de buscar culpables a su irresponsabilidad. ¿Puede engañar a alguien ya? Si España termina quebrando, no será por Alemania. Será por no haber hecho lo que Alemania: reformas dolorosas pero imprescindibles, decidido recorte de gasto público y firmes políticas de austeridad. «No nos podemos permitir ya todo aquello que deseamos si queremos diseñar el futuro», explicó Merkel a su ciudadanía y la movilizó en un proyecto común. Aquí, con España al borde del precipicio, el Gobierno intenta salir del paso burlándose de todos con parches improvisados cuando el teléfono rojo suena desde Bruselas o Berlín. Zapatero siempre creyó que bastaría con aguantar a que la tormenta escampara. España saldría de la recesión arrastrada por la recuperación de las grandes economías del mundo. No ha sido así. Esta crisis de deuda obliga a que cada nación haga su trabajo. Un esfuerzo propio. Como en la fábula de la cigarra y la hormiga, cantó Zapatero durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte: «El modelo económico español es un modelo internacional de solvencia y eficiencia». Al llegar el invierno financiero, la cigarra se encontró sin nada. No debería sorprendernos que esa mujer tenaz y trabajadora, forjada en las dificultades inherentes a una familia con un padre párroco luterano en la Alemania comunista, diga hoy basta a quienes como Zapatero, llegada la hora de la verdad, pretenden que el sudor de los alemanes sirva para financiar su dispendio holgazán.
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