Golpe de Estado en Venezuela
Cuando Evo hace de Tomás por Alfredo Menéndez
Lo más jugoso del 2 de Mayo está siempre en los corrillos y en ese pasillo de Sol que se convierte en centro del campo por el que pasan los Xavis y Xabi Alonsos de la política nacional y regional. Hubo ausencias, sí. Los cenáculos bullían entre «no ha podido venir» o «se masca la tragedia». Efectivamente: Julio Iglesias –¡hey!– faltó y no pudo recoger el premio. Y luego los sindicatos, en ese orden. Así que como les cantaría Julio: «No vayas presumiendo por ahí, diciendo que no puedo estar sin ti». Aguirre es, para los sindicatos, el Tom que necesita cada Jerry, pero tampoco los echó mucho de menos.
Sin Julio, sin sindicatos, sin ni siquiera el tema fútbol otras veces tan recurrente en los corrillos, sólo quedaba Evo Morales. Alguien debió de filtrarle al presidente boliviano el discurso de Aguirre con esas ideas de «defender el concepto de nación» o «los ciudadanos son dueños de su soberanía» para que Morales la tomara contra una empresa española. Lo que sucede es que ni Red Eléctrica es el ejército francés ni Evo Morales es el pueblo de Madrid. Ha quedado más bien como Torrente: el brazo andino de la Ley.
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