José Tomás
Duelos y quebrantos por conseguir una entrada
Como si del nombre de uno de los platos más típicos de la rica cocina manchega se tratase, en las inmediaciones de la plaza de toros de Ciudad Real, hubo duelos y quebrantos. Y no estuvieron encima de la mesa, sobre el plato, precisamente. Todo por culpa del mito vivo del toreo. José Tomás hizo escala en Ciudad Real para convertir las taquillas y las calles de la ciudad entera en un hervidero de gente.
Ya desde primeras horas de la mañana se agolparon en largas colas los optimistas aficionados que buscaban el bien preciado de una entrada a cualquier precio. A toda cosa. Sesenta minutos escasos duró el papel. Se lo quitaban de las manos. Daba igual, que incluso se pusieran a la venta entradas con visibilidad reducida, la gente soltaba los billetes como si fueran bolsas de pipas.
La otra opción se antojaba mucho más cara. Merodeando las inmediaciones del coso había uno, diez, quince, cincuenta reventas... llegados muchos de ellos desde la propia capital de España. Madrid está a poco más de una hora y el AVE anima a hacer el viaje. Las mismas caras, las mismas voces, pero distintos precios. 150 euros por una entrada de las últimas filas al sol y hasta 800 por una barrera a la sombra. ¡Cómo para pensárselo! Desde luego, muy meritoria lección no sólo por el dinero, sino por el sahariano calor que apreta por estos lares. Hasta 41 grados, gente refrescándose en las fuentes, abanicos a la orden del día y los más valientes buscando en una abarrotada plaza mayor cualquier rendija en la que pegara un poco la sombra.
Y es que Ciudad Real monopoliza en este 19 de agosto todo un duelo en la cumbre entre artistas. Aunque José Tomás ganó por goleada, y su presencia era monotemática en todas las conversaciones de los bares y terrazas, tras la corrida, las gaoneras, el valor seco y los eternos naturales de José Tomás darán paso a Isabel Pantoja. La cantaora tomará el testigo para que las fiestas en honor a Nuestra Señora del Prado no decaigan.
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