Riesgo país o país de riesgo por Javier G Ferrari

Si hemos llegado a la situación agónica en la que ninguno de los recortes consigue que se relaje la llamada prima de riesgo, o riesgo país, quizá es éste ya el momento de preguntarse si todo esto no ocurre porque no sólo se nos percibe, sino que además lo somos, un país de riesgo. Treinta años engordando para morir y los de siempre pagando los platos rotos mientras quienes se dedicaron a jugar al balón en la alacena de la vajilla se van de rositas. De rositas y puños, y ahora pretenden hacernos creer que nunca estuvieron en La Moncloa y en los ministerios hablando de brotes verdes mientras regaban con generosidad, y con nuestros impuestos, el jardín donde creían tener la reserva de votos. Ni una sola comunidad autónoma, diputación o ayuntamiento, ha optado en todos estos años por la prudencia a la hora de gastar, ni de colocar a amigos, amiguetes y correligionarios en puestos de asesores o chupatintas con dietas, tarjeta de crédito y lo que hiciera falta, así como realizar inversiones millonarias en obras que se han demostrado inútiles. De esta práctica no se escapa uno solo de los partidos políticos. Ahora, cuando estamos con el agua al cuello y a merced de un Banco Central Europeo en manos de la canciller alemana, unos tiran la piedra e intentan esconder la mano, como es el caso de los socialistas; otros directamente incendian las calles y luego se van a tomar cañas con nuesto dinero, y el gobierno no termina de coger el toro, el grande, el de verdad, que no es otro que el desbarajuste monumental de las autonomías, por los cuernos. Aun así Rajoy ha tenido la valentía de decir a los españoles la verdad, lo que no le garantiza para nada que le entiendan. El presidente debería salir a explicar a los españoles, sin tapujos, lo que de verdad dejaron los Zapatero, Rubalcaba y compañía, y a exigir a Merkel que cumpla lo que dijo Köhl cuando cayó el muro de Berlín: «No queremos una Europa alemana, sino una Alemania europea». El tiempo para demostrarlo ya ha llegado.