Ejército de Tierra
De militares mal pagados a mafiosos sin escrúpulos
Madrid- La historia de Los Zetas comienza con una deserción, la de Arturo Guzmán Decena, que se dio de alta en el Ejército el 12 de mayo de 1992, siendo soldado de infantería del Ejército mexicano durante casi cinco años. Experto en combate, entrenado por militares y paramilitares israelíes, Guzmán decidió abandonar su carrera harto de las largas y mal pagadas jornadas y de la corrupción de los altos mandos de la que era testigo. Fue entonces cuando se decidió a reclutar a otros expertos militares, procedentes del 70º batallón de Infantería, del 15° regimiento de caballería motorizada y de los fusileros paracaidistas para formar un grupo de sicarios. Reclutados por el Cártel del Golfo, por entonces liderado por Osiel Cárdenas Guillén, actualmente preso, nacieron Los Zetas, una organización a la que se le atribuyen cientos de ejecuciones, violentos enfrentamientos con miembros del Ejército y policías municipales, secuestros y brutales torturas. Visten de negro, conducen coches blindados y disparan con MP5, unos fusiles de asalto alemanes más difíciles de encontrar en el mercado negro que los habituales «cuernos de chivo» AK-47. También tienen lanzagranadas, metralladoras de 50 milímetros, misiles tierra-aire e incluso han llegado a utilizar helicópteros en algunos de sus golpes más sonados. Los desertores originales ampliaron su Ejército y comenzaron a reclutar a jóvenes de entre 15 y 18 años, «los Zetitas», a los que adiestran en las tácticas militares. En 2003, con la detención de Cárdenas Guillén, Los Zetas comenzaron a actuar por su cuenta. Fue ése el punto de partida para un tipo de guerra por la droga jamás vista hasta entonces.
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