Discurso de Navidad
El patriotismo como tarea por José María Marco
En estos casi ocho años de socialismo, hemos asistido aun intento de descoyuntar la idea de nación española
En los mítines electorales del PSOE no se ven banderas españolas. Tampoco aparecen banderas republicanas, que abundan en cambio en los actos y manifestaciones extraelectorales de la izquierda. En los actos electorales del Partido Popular aparecen numerosos símbolos del partido, y con cierta frecuencia, aunque sin prodigarse, la bandera de España. Los dos gestos son significativos. El primero, el del PSOE, porque expresa muy bien lo que los socialistas no se atreven ahora a decir, aunque lo llevan practicando casi ocho años desde el Gobierno, habiéndolo incluso elevado a categoría teórica, como es la necesidad de identificar nación y república. Para el PSOE, que sigue en esto una línea de pensamiento que se remonta a las utopías políticas decimonónicas, no habrá nación española de verdad, con una auténtica ciudadanía, mientras en España no prevalezca el republicanismo. Nada está más lejos de las preocupaciones actuales de los españoles.
Con su prudencia, el Partido Popular demuestra haber comprendido bien cuáles son esas preocupaciones. En estos casi ocho años de socialismo, hemos asistido a un intento de descoyuntar la idea de nación española. Nadie ha respondido, sin embargo, con una exaltación nacionalista, ni blandiendo los símbolos y la identidad nacional como un arma de combate. Al contrario, la gente ha hecho saber que considera acabado el debate sobre nuestra nación. Ningún español, salvo algunos círculos intelectuales y universitarios (que lo fingen, por otra parte), vive como problemática su nacionalidad. Por eso los españoles, con el uso medido de los símbolos del que hacen gala en la calle o en el deporte, están solicitando a sus representantes que normalicen en el nivel político lo que en la vida de todos es ya cotidiano y habitual.
Los españoles están demostrando un patriotismo maduro, el propio de una cultura, una nación y una comunidad política mucho más veteranas y tolerantes que cualquier nacionalismo. En contra de lo que se ha repetido hasta la náusea en estos últimos cuarenta años, el patriotismo no es una actitud militante ni violenta. El patriotismo es el sentimiento que nos lleva a identificarnos con quienes compartimos nacionalidad. Por eso nos sentimos seguros en nuestro país. Confiamos en que nuestros compatriotas no nos van a agredir por grandes que sean las diferencias de opinión, de ideología, de opciones culturales, lingüísticas, religiosas o vitales. El patriotismo, al revés que el nacionalismo, permite el pluralismo y es la base misma de la democracia liberal.
En el mundo que está empezando a surgir de la crisis van a ser más necesarios que nunca los elementos de cohesión social que permitan a las personas sentirse comprendidas y apoyadas por los demás, sin que el Estado sea ya, porque no podrá hacerlo, el principal agente de esa nueva forma de vivir en común. Saber fomentar, sin alharacas ni griterío, esa virtud cívica y moral es una de las tareas que le esperan al próximo gobierno. Por lo que se ve hasta el momento, el Partido Popular se ha dado cuenta de su responsabilidad.
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