Luna creciente noche menguante

Era su tercera comparecencia en el festival cartagenero y se veía que aquello estaba calentito. El cañón de luz barrió la escena y no fue leve el impacto cuando vimos a Totó afrontando la gran suerte como sólo lo hacen los más grandes: a puerta gayola. De rodillas sobre el escenario, la Momposina lanzó al cielo su canto de presentación, «Totó María de la Paz» y desde entonces, suerte a suerte, peldaños arriba y arriba en los modos de las grandes faenas. Junto a ella, hasta una docena de músicos y coros que hacen visibles –y, desde luego, audibles– las tres tradiciones que alimentan su propuesta: las gaitas (flautas) de los indios nativos, los tambores llevados en su día por los africanos conducidos allí como esclavos y los vientos de las fanfarrias europeas. Ella lo explica bien en el texto de su reciente disco «La bodega» y aún mejor cuando entona algunas canciones del álbum: del inteligente aprendizaje que contiene «Margarita» a esa canción para los tiempos de crisis que es «Cosas pa pensar». Hubo cumbia, puya, zambapalo y porro, ritmos y danzas locales que hoy ponen en pie de baile al planeta. Piazzolismo en píldorasCorrespondía el segundo turno al exitoso grupo Gotan Project, con su habitual triplete dirigente al frente: el DJ francés Philippe Cohen Solal, el guitarrista argentino Eduardo Makaroff y el programador suizo Cristophe Muller, arropados, ciertamente, por piano, bandoneón, violín y la voz de Claudia Pannone.Y parece que su propuesta de «último tango» camina hacia la estandarización con soniquete de BSO o serial televisivo, piazzollismo en píldoras y espectáculo para todos los públicos y de cualquier lugar: un espacio sin precisión. Y un homenaje a Julio Cortázar, sampler de su voz incluido, con tinte de canción infantil. Así como corriente.