Las dos guerras de Afganistán

MADRID-Las tropas españolas están encargadas de una de las provincias más pobres de todo el país, y para sacar adelante su tarea en esa región tienen que combinar el trabajo con la población, tanto de ayuda humanitaria como de reconstrucción, con el combate contra los insurgentes, función a la que está dedicada la mayoría de los 1.477 soldados españoles desplegados. Pero la información que de la misión aporta el Ministerio de Defensa rara vez se centra en este aspecto. La mayor parte de las ocasiones pone en primer plano la ayuda humanitaria o la cooperación cívico-militar, sin duda de notable importancia pero que no refleja rigurosamente el día a día de la mayoría de los soldados, que en muchas ocasiones pasan horas combatiendo y días y días en medio del desierto tratando de hacer retroceder a un enemigo que rara vez menta el Gobierno.

En el extremo opuesto se sitúan la mayoría de los países que participan en esa misión, no sólo desde el punto de vista de que «empotran» periodistas en sus unidades, sino que no tienen problema en relatar las vicisitudes de los militares. En la misma línea actúa la OTAN. De hecho, las imágenes que ilustran esta página y la portada de este periódico fueron distribuidas por la Alianza el 27 de diciembre, mostrando la dureza de las condiciones en las que trabajan nuestros soldados y da idea de la peligrosidad de la zona a juzgar por el armamento y el tipo de parapetos de los militares.

Un día antes, el 26 de diciembre, Defensa remitía imágenes del contingente español repartiendo juguetes y alimentos a la población afgana, como muestra la imagen de debajo de este texto.