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Un año de polémico éxito por Javier Flores

La Razón
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La situación de crédito en la eurozona es ampliamente restrictiva e incluso ha empeorado para las empresas en los últimos meses. Sin embargo, no es tan desesperada como hace un año. Las medidas adoptadas por el Banco Central Europeo desde que Mario Draghi se hizo cargo de la dirección del organismo han evitado una grave crisis crediticia. Durante este tiempo la demanda de crédito ha caído como consecuencia de la recesión y los bancos han podido mejorar su acceso a la financiación, mientras que los temores sobre la crisis de la deuda soberana, especialmente desde el verano, han caído.

El saldo de préstamos concedidos al sector privado en la eurozona está en el mismo punto que cuando Lehman Brothers quebró hace cuatro años, así que la situación actual no puede considerarse como buena, pero conviene recordar que hace un año era prácticamente de colapso y resolverla no era tarea fácil. El mérito de haberlo logrado corresponde en exclusiva a las decisiones impulsadas por Mario Draghi.

El anuncio de las operaciones de financiación a la banca mediante la barra libre de liquidez que se anunció en diciembre de 2011 y el anuncio este verano de un nuevo plan para la intervención en los mercados de deuda (OMT, por sus siglas en inglés) no han servido para que el crédito fluya de nuevo, es cierto, pero son medidas que han salvado a la economía europea de una crisis crediticia que habría comprometido la arquitectura institucional y la supervivencia del euro.

Aunque España no ha adoptado las medidas necesarias para activar las compras de deuda previstas por la OMT, la simple posibilidad de que se produzca ha reducido significativamente la aversión al riesgo desde el inicio del verano. Los tipos de interés pagados por los bonos españoles y, por extensión, los de la deuda italiana han caído, sobre todo en el corto plazo (coincidiendo con el marco temporal de la eventual intervención por el BCE), lo que está permitiendo aflojar la presión sobre el sector bancario. Los resultados de las medidas llevadas a cabo durante el primer año de Draghi al frente del BCE se pueden interpretar, teniendo en cuenta los retos a los que se ha enfrentado, como exitosos. Sin unas medidas que han sido del todo heterodoxas (y polémicas), la situación actual, sin duda, sería peor en Europa y en España.