Buenos Aires

«Tuvimos que salir por las ventanas»

Un fallo mecánico en un convoy deja 49 fallecidos y 600 heridos en Buenos Aires n Muchos de ellos quedaron atrapados durante horas en los vagones> El accidente ferroviario de Buenos Aires, en imágenes

«Tuvimos que salir por las ventanas»
«Tuvimos que salir por las ventanas»larazon

Ocurrió en el peor momento, a las 8.30 de la mañana, cuando la gente más humilde, casi todos peruanos, bolivianos y paraguayos que viven en los alrededores de Buenos Aires, se dirigían a la capital a trabajar. El tren de la línea Sarmiento, que entraba a 26 kilómetros por hora en la céntrica estación de Once, no consiguió frenar y chocó contra el tope del andén. «Hay 49 muertos», se lamentaba el comisario de la Policía Federal, Néstor Rodríguez, visiblemente angustiado. El director del servicio de emergencias SAME, Alberto Crescenti, informó a los medios que los heridos son al menos 600. Muchos supervivientes deambulaban perdidos por la estación, mientras los equipos de bomberos se esforzaban por rescatar a los 60 pasajeros que aún quedaban atrapados entre los hierros. Horas después de la colisión, todavía se escuchaban gritos de auxilio provenientes del primer vagón. Una de las pasajeras, Elizabeth, de 43 años, se muestra aliviada porque sabe que, pese al dolor persistente en el hombro, fue relativamente afortunada. La mujer viajaba parada en el primer vagón del tren accidentado. Ese vagón y el segundo, que era el furgón, quedaron prácticamente superpuestos. El impacto la arrojó al suelo, igual que a la gran mayoría. Pero lo suyo no fue nada: «Vi mucha gente sangrando y varios atrapados», cuenta a LA RAZÓN.

Alfredo, a su lado, con la camisa manchada de sangre y la mirada perdida, asegura que hizo lo que pudo. «Tuvimos que salir por las ventanas. Luego, intenté sacar a varios pasajeros que viajaban conmigo como podía. Tiré de un niño con mis brazos, le saqué y le dije, no te preocupes, estás bien, tendrás una buena historia que contar a tus nietos».

Más tarde la tragedia se trasladaba al hospital. Andrés Garzón, un hombre menudo y de ojos rasgados, corre por el hospital Ramos Mejía. Se mueve entre la guardia y la puerta principal en busca de alguna lista de heridos. Pero hasta la tarde seguía sin indicios de su hija. «¿Qué hago, me voy al Durán?», preguntaba a quienes se cruzaba en plena búsqueda. Mónica, su hija, no figuraba en la lista de trasladados a ese centro. La angustia era ahora más evidente: «¿Qué hago?», se volvía a preguntar Andrés. Como él, son muchos los que iban de un hospital a otro. Y volvían a la estación de Once. Saben que sus familiares viajaron a la capital, y aún no los han encontrado. Aunque algunos testigos afirmaron que vieron al conductor en estado de ebriedad dormirse en la cabina, el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, precisó que el error era mecánico y no humano: «Suponemos que hubo algún desperfecto con los frenos». En los últimos meses se han producido varios accidentes ferroviarios graves en Buenos Aires y su populosa periferia, donde gran parte de las líneas de suburbanos se encuentran en precario estado de mantenimiento, según denuncias de usuarios y empleados.

Un sindicato de trabajadores culpó del accidente a la empresa TBA, la concesionaria de la línea, a la que acusó de no mantener en condiciones adecuadas el servicio, pese a las millonarias subvenciones. Hay responsabilidades que aclarar: del Estado, que permite que bajo sobornos se adjudiquen licencias a dedo, y de las propias empresas, que no invierten en mejorar las líneas.