ETA
La puerta de atrás de ETA
Etarras expulsados se quejan de que no existe el debate en la banda y que las críticas internas «van a la basura». La relajación y no mantenerse en la clandestinidad son objeto de crítica por parte de muchos etarras.
Las expulsiones de ETA de Francisco Javier López Peña, «Thierry», por no evitar, o favorecer, la detención de otros militantes de la banda, entre ellas la de Garikoitz Azpiazu, «Txeroki, de las que ha informado LA RAZÓN esta semana en exclusiva, han puesto al descubierto el funcionamiento de una organización que se rige por el centralismo democrático de los grupos marxistas. En el caso de la letrada francesa Yolanda Molina Ugarte, hasta se prohibió que se citara su nombre.Existe un documento interno de ETA, al que ha tenido acceso este periódico, que es una buena prueba de ello. Seis pistoleros, que también fueron expulsados, argumentaron que no enviaban sus críticas a la «dirección» porque estaban seguros de que «irían directamente a la basura».La crisis más grave que ha sufrido ETA fue la que condujo a la expulsión de «Thierry», Igor Suberbiola, Ainhoa Ozaeta y Yolanda Molina. Pero la protagonizada en 2004-2006 por Francisco Múgica Garmendia, «Pakito»; Iñaki Bilbao, «Iñaki de Lemona»; Carlos Almorza, «Pedrito de Andoain»; Ignacio Aracama, «Makario»; Kepa Solana y Koldo Aparicio, fue también muy importante.Estos individuos habían cuestionado, en un escrito que enviaron a otros presos y que fue filtrado a un medio informativo, la estrategia y oportunidad de la llamada «lucha armada». No suponía un rechazo a las actividades terroristas sino de las condiciones en que se desarrollaba en ese momento, como ha hecho ahora el dirigente de la «izquierda abertzale» Tasio Erquicia.ETA se dirigió a ellos para que dieran explicaciones y, en vez de contestar uno a uno, lo hicieron conjuntamente. Se reafirmaron en sus tesis. Por ello, fueron expulsados aunque, como ocurre con los que han sido separados ahora, sus nombres siguen figurando en el las listas del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK).Entre los argumentos que utilizaba el «comité ejecutivo» de la banda, el llamado «Zuba», para justificar su decisión, estaba el del carácter meditado y no espontáneo del escrito. «Ha quedado acreditado que había sido estudiado durante meses y, por lo tanto, no puede atribuirse al acaloramiento de un instante».Las «alegaciones»A ETA le indignaba que se hubiera mandado a otros presos sin pasar antes por la «dirección» de la banda (para su censura) y que se hubiera filtrado a un medio de comunicación. Los expulsados se defendían: «¿Por qué no hemos enviado el documento sólo a la Organización? Estábamos convencido de que si así lo hacíamos iría al basurero». La banda les acusaba de utilizar «juego sucio» y tratar de perjudicar a la «Organización», al saltarse todos los procedimientos internos, que no son otros que los que la «Dirección» manda y los demás obedecen sin rechistar.El acta de expulsión se extendía en consideraciones sobre la poca confianza que tenían los autores del escrito el ETA y en su funcionamiento. No era para menos. Pistoleros tan peligrosos con Múgica, Bilbao o Aracama, con tanta experiencia en la clandestinidad, ponían en solfa un documento que les había enviado ETA en el que les anunciaba que la «Organización se iba a blindar para evitar caídas (detenciones)».
A este respecto, recordaban, con cierta mala idea, los arrestos de Miguel Albizu Iriarte, «Mikel Antza», y Soledad Iparraguirre, «Anboto». «No sabemos a qué blindaje os referíais, pero del modo que arrestaron a Antza (viviendo con Marisol y con su hijo) hubiera sido imposible en nuestros tiempos, ya que no se hubiera aceptado un comportamiento como ése en la clandestinidad». «Si las cosas se hacen así ahora es porque el principio de clandestinidad no funciona y no decirlo, ocultarlo, no va a evitar que el enemigo siga haciendo detenciones». «La Organización está en situación de debilidad operativa y eso es algo evidente. No se puede ocultarlo y hay que ponerlo encima de la mesa», señalaban en su escrito.Al final ETA, sin atreverse a entrar a discutir lo que planteaban Francisco Múgica y los otros –que era bastante coherente, se ajustaba a la realidad y el paso del tiempo se ha ocupado de confirmar–, decidió expulsarlos porque habían intentado «causar divisiones en la Organización».
Servirse de la debilidad-Los documentos publicados por LA RAZÓN a lo largo de esta semana ponen de manifiesto la difícil situación interna por la que atraviesa ETA, de la que se han tratado de aprovechar algunos dirigentes de su brazo político para lanzar iniciativas en las que, supuestamente, se cuestionan las actividades terroristas, sin atreverse a romper con la banda -Se trata de una nueva trampa condicionada a que ETA pueda recuperar algo de su operatividad y vuelva a imponer sus dictados como siempre ha hecho: con muerte y destrucción.
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