Zaragoza
Qué no dirán de ti Julián
Quinta de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y de buen juego en general. Casi lleno.- El Tato, de azul y oro, estocada caída (palmas); media estocada, dos descabellos (silencio).- El Juli, de tabaco y oro, media estocada (oreja); media arriba, cinco descabellos (saludos).- Daniel Luque, de azul cielo y oro, metisaca, estocada (vuelta); pinchazo, aviso, estocada fulminante (oreja).
La temporada de su vida. Y a la que no llegarán muchos en toda su vida. Cuánto y de cuántas maneras se han cantado los triunfos de El Juli. Qué hubiera sido de nosotros si a Julián no le da por torear en feria sí y otra también. La de 2010 le pertenece. Allá donde mires. Cada hueco, por recóndito que sea, de marzo a octubre, tiene algo del torero madrileño, doce años después de tomar la alternativa. Cuando uno está de vuelta de todo, viene Julián a darnos de cara el toreo más puro, más encajado, más rotundo y macizo que cabía esperar. Tarde tras tarde sin compás de espera, sin bombona de oxígeno. Le vale todo y con todo cuenta para el momento de plenitud. El de verdad. No en el que se dice estar eternamente a golpe de tópico.
Temporadón Julián. Hasta saciarte de triunfo. De puerta grande. ¿Se cansará uno de torear tan entregado, tan por abajo, tan en comunión con el toro? Ligado, por dentro mejor que por fuera, a más, haciendo el toro, el toreo en construcción, fenómeno que crece.
Y buena corrida la que echó ayer Núñez del Cuvillo, desigual de presentación. Muy descarados algunos de pitones, que tapaban lo que no cubrían por detrás, pero en lo fundamental, en lo importante hubo toros para hacer el toreo bueno de verdad. Con calidad, temple, descolgada la embestida... El Juli se llevó buen lote. Ya lo creo. Huyó en los primeros tercios el segundo, de manso, mas echó el resto en la muleta y si no hubiera tenido el mando de El Juli le hubiera desbordado. Se hartó a embestir el animal y a torear Julián. Sin respiro, limpios todos los pases, templados a pesar de la locomotora que tenía delante. Lástima la espada. Era faena de dos trofeos. Sólida y maciza. El quinto fue un toro espléndido. Qué manera de tomar el engaño. Parecía que no quería acabar nunca ese viaje. Suavito, noble. Juli lo disfrutó. A placer.
Dueño del tiempo... Pero fíjate que al final daba la sensación de que al toro le quedaba más. Y la espada desdibujó. Claro que no el temporadón, sólo que salió a pie, a modo de recordatorio.
Daniel Luque también tuvo buen lote y destacó más en los adornos que en la estructura fundamental de la faena. Le pasó en el tercero. Cómo humillaba el toro, había que llevarlo y la sensación es que no mandaba en él. Destacó el comienzo, precioso, y el final, brillante. Entre una cosa y otra, menos claridad. Agarró la oreja del sexto al final, en los circulares y los pases antes de la muerte. Le costaba dejársela puesta y le quedó la faena de uno en uno, sin acabar de coger el vuelo definitivo.
El Tato reapareció con el cariño de su público, pero no acabó de ver a su noble lote.
Cuvillo, ganadero, que todas sean así.
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