Cataluña

Alicia y Artur

La Razón
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Hace unos días les contaba que en Cataluña el escenario político se estaba moviendo. CiU propone y el PP dispone, les decía. Pues bien, después de intensas negociaciones sobre los presupuestos, en la madrugada del Día de los Enamorados, Alicia y Artur alcanzaban un acuerdo que permitirá que hoy CiU pueda sacar adelante las cuentas de la Generalitat de 2012.
A cambio de su apoyo, los populares han doblegado a CiU. Les han hecho sudar la camiseta para lograr el «sí quiero» de Alicia Sánchez Camacho a Artur Mas. De entrada, el lunes el presidente doblegaba su rodilla en público reconociendo que los nacionalistas no hacen ascos a ningún acuerdo con el PP. Asumió, con luz y taquígrafos, que los populares son su socio de referencia. De esta forma, Mas ponía sordina a las veleidades independentistas del secretario general de CiU, Oriol Pujol, que en estos días previos a su congreso está dando lustre a los postulados más soberanistas. También, el presidente acallaba las voces críticas de su partido que no ven con buenos ojos pactos con los populares. A muchos en CiU todavía les escuece el precio que pagaron por pactar con el PP de Aznar. Fueron desalojados del gobierno durante 7 años. Y de salida, Mas ha tenido que asumir el trágala que la líder popular catalana le ha puesto sobre la mesa. Ha tenido que aceptar recortes en sus aspiraciones recaudatorias como la receta médica o la tasa turística. Ha tenido que dejarle protagonismo en las relaciones de Cataluña con el Gobierno de Mariano Rajoy, muy a pesar de Duran Lleida al que no le ha gustado ni un ápice que Sánchez Camacho entrara en lo que considera su marco competencial exclusivo.
Nunca los populares habían tenido tanto la sartén por el mango en Cataluña. Más bien, se quejaban siempre amargamente de que sus apoyos les salían gratis a los nacionalistas. Ahora, por el contrario, son los nacionalistas de CiU los que pagan peaje al PP. Y el PP se lo cobra. Artur Mas se esfuerza en hablar de la geometría variable para no focalizar los acuerdos con los populares, pero cada vez más los focos iluminan al PP como centro geométrico de la política catalana. Sánchez Camacho ha ganado la centralidad. Está tanto en el Gobierno como en la oposición. Es una posición idílica, pero los idilios no suelen durar mucho en política.