España
El puchero
La señora ministra de Defensa ha anunciado que no se va a presentar para presidenta de España. Lo ha notificado cariacontecida, quejumbrosa y haciendo pucheros. Leyendo palabra por palabra el discursito que tenía escrito a fin de anunciar esa eventualidad que nos ha encogido el corazón a España entera y a parte del extranjero. Su voz, solemne y temblorosa mientras explicaba que se retira por el bien del PSOE, pese a que le fastidia, pues ella lo haría mucho mejor que ZP, ponía de punta los pelos del ánimo del auditorio. Gran tragedia personal la suya. No poder convertirse en la primera mujer presidenta de la historia de España –y la primera enrollada y guay, además– debe ser una penalidad peor que irse al paro con más de 40 años. No olvidemos que la fotografía de la señora ministra de Defensa embarazada, con una cara que nadie supo decir si era de seriedad e importancia o de cabreo espectacular, y pasando revista a las tropas es uno de los grandes logros de los mandatos de Zapatero. De hecho, por más que pienso, no encuentro otro que supere «eso» en enjundia y trascendencia. La voz con ese tono tan peculiar de la señora ministra ordenando: «¡capitán, mande firmes!» y la instantánea que inmortalizó el cuadro incomparable, marcan sin duda una de las cumbres del zapaterismo: una foto curiosa que dio la vuelta al mundo y pretendía facilitar «urbi et orbi» una rabiosa lección de modernidad, feminismo y juventud, una de esas demostraciones innecesarias propias de acomplejados. Ojalá todas las mujeres embarazadas de España tuvieran en sus trabajos las mismas facilidades de las que disfrutó la señora ministra de Defensa en aquellos gloriosos tiempos. Otro gallo cantaría.
Pero ZP no ha sabido ver lo mucho que la ministra Chacón ha hecho por él, y le ha dado puerta, prefiriendo a Rubalcaba y ofreciéndonos otra lección inolvidable: que el dedazo es una técnica democrática. No el dedazo de Aznar designando sucesor a Rajoy, por supuesto, pero sí el de ZP nombrando a Rubalcaba.
Dicen que el marido de Carme Chacón, asesor de ZP, ha mandado muchísimo. Sin embargo, en el PSOE –ahora ya no se trata de ZP ni España, sino del PSOE–, en cuanto se enfrentan a cuestiones trascendentes se les pasan los ataques de feminismo fotográfico en un pispás y dejan las cosas del comer en manos de los machotes. No es justo para doña Carme. Seguro que se mosquea cuando oye decir en el PSOE: «Queremos un candidato, no una empresa productora de publicidad». Ése ha sido, justamente, el gran error de ZP: dejarse aconsejar mal y gobernar España con técnicas publicitarias vacías, sin sentido común.
La ministra, empero, no quiso estar en la «otra» foto: la de la derrota electoral, para que no le «salpicara»… Precisamente cuando en España estamos ansiosos de líderes que desciendan hasta el barro miserable de las circunstancias, líderes que se remanguen y dejen de hacer pucheros de una condenada vez.
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