Tokio
«Dormiremos con ropa y cascos cerca»
Daniel de Francisco regresó ayer a su oficina de Shibuya, Tokio, después de comer a eso de las 14:30 de la tarde (horario japonés). Media hora después empezaron unos pequeños temblores. La semana pasada habían sufrido varios movimientos de tierra. En Japón es algo habitual. Nadie le dio más importancia
«De repente el edificio empezó a tambalearse de un lado a otro. Los japoneses conocen bien el protocolo. En caso de terremoto saben que hay que salir fuera, a la calle, utilizando las escaleras. Los ascensores se inutilizan», explica, pausado, Daniel de Francisco en una conversación telefónica con la LA RAZÓN. No se producen atropellos, los orientales mantienen el orden y la disciplina en las situaciones límite. «Una vez en la calle el temblor se diluye», añade este traductor de 33 años, casado con una japonesa y padre de un bebé de ocho meses. Un cuarto de hora después regresaron a la oficina, pero un segundo rugido volvió a sorprenderlos. «Aunque los japoneses están acostumbrados a los terremotos el miedo no te lo quita nadie». Daniel de Franciso estuvo dos horas y media sin poder localizar a su familia. Su iPhone recibía llamadas pero no podía llamar. Les habían enviado a casa pero para esa hora la red de transportes de Tokio estaba supendida. Ni el metro, ni los autobuses funcionaban. El tráfico era tan intenso que coger un taxi no servía de nada. David de Francisco emprendió su camino a casa a pie. Estuvo andando tres horas hasta llegar al otro extremo de la capital, a Monzen Nakacho. Muchos intentaron comprar una bici para acortar el viaje a casa.«Nunca antes se había visto a tanto ‘‘salarymen'' (empleados), con traje negro yendo a pie a casa. Una masa se agolpaba en la estación de autobuses (uno podía haber iniciado una revolución)» cuenta sin perder el humor la alemana Astrid Klein, socia fundadora del estudio de arquitectura Klein Dytham Architecture, que lleva dos décadas viviendo en Tokio. «El suministro de gas se cortó y en las tiendas de alimentación las raciones de noodles volaban», añade. Astrid, afortunadamente, pudo volver a su hogar, desde donde respondió el correo electrónico. «Continúan los temblores mientras escribo. Hemos colocado en la puerta de nuestra casa las bolsas de emergencia que actualizamos cada primero de septiembre. Vamos a dormir con la ropa puesta y con los cascos de snowboarding cerca. Cruzamos los dedos», termina. David de Francisco ayer no pudo contactar con ninguno de sus amigos españoles. Exteriores aseguró que «no tenía constancia» de que hubiera víctimas españolas entre los centenares de muertos por el seísmo, aunque precisó que había cuatro residentes en el norte (epicentro) que no habían sido localizados.Organización en internetBusca personas: Desde primera hora, Google subió a internet una aplicación para buscar a residentes en Japón o para indicar a los seres queridos que se está bien pese a que los móviles y otras comunicaciones no funcionan. Ya hay 7.200 personas registradas en japan.person-finder.appspot.com.Web meteorológica: La JMA (Agencia de Meteorología de Japón) ha habilitado una web especial en la que se informa de las alertas vigentes por el tsunami. En el mapa se puede observar hasta el tamaño de las olas que llegarán a las costas.
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