España

Presos corriendo por las calles

La Razón
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Nos encontramos de lleno en la era de la información, pero aun así hay ciertos lugares que permanecen en una zona de oscuridad. Uno de esos lugares es la prisión, que se mueve aún en el mundo del mito y de la falta de información: la imagen que tiene la mayoría de nosotros de una cárcel es un cliché. Pensamos que es un lugar oscuro donde los reclusos pasan encerrados en su celda los años de condena. La otra visión es la de las películas, con reclusos con monos naranja que se dividen por etnias o bandas y donde las duchas son un sitio que debe evitarse. Por fin tenemos las imágenes que obtenemos de la prensa y que sólo surgen a golpe de morbo: muertes, agresiones o fugas y, en España, cuando un personaje mediático entra al «talego».De hecho, es algo natural, las prisiones son algo que la sociedad no quiere conocer. Los que son víctimas de un delito pretenden que el autor «lo pague» y el resto prefiere mantener los ojos cerrados porque cree que no le gustará lo que allí pasa aunque entiende que es un «mal necesario». Pero se equivocan: un preso no «paga» más que lo que dicta su sentencia, esto es, que durante un tiempo no podrá salir a la calle; por lo demás, tiene los mismos derechos que cualquier ciudadano (acceso a la cultura, deporte, sanidad, información, voto, educación, trabajo…).De ese desconocimiento viene la sorpresa cuando suceden actos como los que recientemente han saltado a los medios: ¿cómo puede fugarse un recluso que va a la Universidad u otro que sale al hospital?La respuesta es bien sencilla: cada día salen de las prisiones varios cientos de reclusos. Unos salen a actividades programadas para favorecer su vuelta a la sociedad y otros a juzgados o centros médicos. Estos últimos salen custodiados por miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado mientras que los internos que salen a actividades de «tratamiento» por lo general no van custodiados sino simplemente acompañados por miembros del equipo de tratamiento.Éste es el marco legal que rige las prisiones en España, los presos tienen derecho a salidas antes de cumplir su condena y eso entraña la posibilidad de fugas. De hecho, los nuevos centros penitenciarios (CIS) se basan en que pasen el mayor tiempo posible en la calle. Si alguien quiere evitar que los reclusos salgan de la prisión sólo tiene un camino: cambiar la ley.