Libros
Vuelta al Savoy
José Luis Alvite es el único periodista que ha entrevistado a Hitler y Stalin. Lo hizo en unos encuentros imaginarios que publicó en la última página del extinguido «Diario 16».
Unas conversaciones que retrataban a los dictadores como si estuvieran retenidos en comisaría, con la mirada deslumbrada por el flexo de los interrogatorios. Más que tiranos parecían delincuentes comunes. Gangsters venidos a más. Un guiño a Brecht, apuntará alguien, a «La evitable ascensión de Arturo Ui». Pero Alvite no ha forjado la prosa en la narrativa de Joyce. Su estilo proviene del desencanto de la vida, del cinismo que deja la experiencia cuando llega tamizada por el velo de la fatalidad. Sus frases están hechas de jazz, whisky y calle.
Cuando se levanta la cabeza de sus textos, uno tiene la impresión de que la camisa le huele a humo y el paladar arrastra un ligera aspereza con sabor a Johnny Walker. Leer a Alvite es como mantener un cara a cara con los guionistas de Bogart y Mae West. Hace años, inventó un local ficticio en la prensa, el Savoy. Un lugar de cabaretistas, boxeadores, periodistas y otros fracasados. En «Humo en la recámara», reúne los artículos publicados en LA RAZÓN sobre este antro con las paredes forradas de literatura. Un sitio de tipos escépticos, de los que piensan que «a la mayoría de los hombres, cuando les sobreviene la muerte, ya llevan media vida enterrados».
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