Viena

OPINIÓN: Muerte digna

La Razón
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En 1991, el fiscal de la Corte de Viena, Kloyber, oponiéndose a una posible ley de eutanasia, se expresaba así en un juicio que profetizaba lo que estamos viviendo ahora: «Entre matar a un enfermo en fase terminal y matar a un enfermo en supuesta etapa terminal sólo hay una paso. Y otro paso entre matar un supuesto enfermo terminal y matar a un paciente molesto y quisquilloso. El siguiente paso es ya matar a un paciente cuya vida no tiene supuestamente valor».En contraste, recuerdo lo que me dijo un médico dedicado a los cuidados paliativos: «Cuando se dice que no hay nada que hacer, es que está todo por hacer».
Una resolución del Parlamento Europeo de abril de 1991 (art.8) dice que se satisfará la demanda de aquel que, de manera apremiante y continua, pida que se ponga fin a su existencia. Pues bien, la experiencia de varios países dice que no es muy difícil crear mala conciencia a un enfermo –apelando a lo inútil del tratamiento, a lo lamentable de su situación o a la carga que supone para los demás- para que decida –¿libre o desesperadamente?– pedir la muerte. Ese mismo año los obispos franceses afirmaron: «El hombre no puede provocar la muerte de un semejante, esto sobrepasa su poder. Nadie puede adjudicarse el derecho de disponer de la vida de otro, sin la consecuencia de arruinar el fundamento del orden jurídico».


Cardenal Ricard Mª CARLES