Ceuta
Nuevas advertencias
Yde nuevo, el llamado «amigo» del sur. Marruecos es implacable en sus reiteradas acusaciones hacia España. Ante un gobierno español de diplomacia frágil, entre un presidente contradictorio y un Moratinos entreguista, el Reino alauita lleva ya tres denuncias por abandono y malos tratos a emigrantes irregulares y ciudadanos magrebíes. Es la clásica respuesta de veladas amenazas hacia su vecino del norte, mientras Zapatero se pertrecha en la pertinaz Alianza de Civilizaciones. Sin criterio claro.
Un día el islote de Perejil es suyo. Otro, se habla de agresiones de la Policía española a los ciudadanos marroquíes en la delicada frontera con Melilla. Y por si esto fuera poco, el Rey de Marruecos se queja de que nuestros aviones militares perturban su plácido sueño en el lujoso yate que fondea en aguas de Ceuta. En un bajón de dignidad, sin precedentes en otros países, el Gobierno español prohíbe esos vuelos y cede de inmediato. Todo vale, con tal de no molestar al Monarca.
Ahora, el Ministerio español de Asuntos Exteriores, promete investigar los hechos. Marruecos acusa de abandonar en sus costas a «sin papeles» en estado crítico de salud. Es su política tradicional de advertencias asustadizas. Hubo un tiempo, sobre todo con los gobiernos de Aznar, en que el respeto hispano-marroquí funcionaba. La sutil diplomacia, también. El amigo norteafricano sabía como actuar. España, de igual modo. Pero cuando un gobierno da tumbos en sus relaciones exteriores, la cosa está clara. Se puede tensar la cuerda. Con absoluta impunidad.
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