Presidencia del Gobierno
El Renacimiento
Confío en vivir para verlo. El Renacimiento, digo. Porque lo que estamos teniendo no nos lo merecemos: no nos merecemos un Alfredo P. que se revela como farmacéutico con sus fórmulas magistrales para acabar con el paro y crear empleo, igual que los venezolanos –bendito pueblo–, no se merecen un caudillo, un sátrapa que además es feo y hortera, y tiene unas hijas a juego, con chándal y falta urgente de dieta dukan. No estoy diciendo que el señor P. sea un Chávez, pero sí digo que está fuera de edad para gobernar el país, que como funcionario y asesor vale, pero que no juegue a estadista, que le va grande.
Vivimos un momento de pérdida de valores humanos y divinos, y digo bien. A los católicos se nos ofende por norma porque Zapatero no ha sabido hacer otra cosa que no sea eliminar las referencias religiosas por aquí y por allá de forma bastante ofensiva. En cuanto a los valores humanos, como la moral, la ética o el respeto por las instituciones hay que recordar lo que dijo en su día Guerra: «a España no la va a conocer ni la madre que la parió», y vive Dios que así ha sido. El verbo respetar ha dejado de conjugarse. En días pasados apareció una imagen del Rey en el anuncio de una web de citas; para quienes somos monárquicos es tremendamente ofensivo ver utilizada la figura del monarca, del jefe del Estado si lo prefieren, con fines tan ignominiosos y tan insultantes. ¿Tendrán escarmiento los de la web de celestinaje? Nada podría ser más positivo ni más ejemplarizante y reparador que un buen castigo para quienes cometen semejantes atropellos. Me pregunto si encontraría Leonardo da Vinci en aquel Renacimiento de la Italia de los Medicis, una vía de salida para un debate estético que hoy se encuentra anclado en un estéril neoplatonismo.
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