Crisis económica

Conservar progresar

La Razón
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Las organizaciones burocráticas se desmoronan en beneficio de nuevos modelos descentralizados y más flexibles. Algo bien positivo, tanto para la empresa como para las instituciones políticas. Pero una cosa es cambiar lo que hay que cambiar, para conseguir la necesaria eficacia y otra esta apología permanente del cambio por el cambio que vivimos. «Conservar es lo más progresista», me recordaba en estos días José Jiménez Lozano. Creer que el solo cambio -frente a cualquier continuidad- va a solucionar las cosas, no tiene ningún sentido. El frenesí por el frenesí no resuelve nada. Sin embargo, es cierto que, sólo si se tiene el valor de cambiar muchas rutinas y malos hábitos de una sociedad tan mal criada como la nuestra, saldremos adelante. Lo que resuelve, al final, es ser parte de la solución y no del problema, que es lo que se echa en falta. Hay que contribuir personalmente a la solución y aquí la mayoría escurre el bulto como si el cambio ese que todos esperamos como el Santo Advenimiento fuera a caer del cielo de buenas a primeras. ¡De eso nada! Necesitamos más que nunca personas con entusiasmo, que estimulen y animen. ¡Que no despierten rechazos! No nos sirven los mitos. Los políticos de fachada. Los que engañan a toda hora. No hay sitio para los cenizos. ¡Se prohíben los derrotismos! Los profetas de catástrofes son los más eficaces colaboradores del mal.