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Los objetivos de Wikileaks

La Razón
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Julian Assange, el fundador de Wikileaks, está siendo promovido a la categoría de santo patrón de la transparencia informativa. Gracias a él se habría logrado conocer una realidad que se nos oculta y –sigue diciendo el argumentario de la canonización– los poderosos lo son ahora menos, sometidos como están a un grado de escrutinio que nunca hasta aquí habían conocido. Gana, según esto, la gente común, que ve desenmascaradas las maniobras secretas del poder político. Toda esta fábula tendría algún sentido si el objetivo y la acción de Julian Assange estuvieran dirigidos a esos fines. En realidad, la intención de Assange es otra.

La expuso en 2006 en dos breves ensayos, de lectura altamente recomendable y fáciles de encontrar en Internet: «Estado y conspiraciones terroristas» y «La conspiración como gobernanza». Assange mantiene que vivimos en un mundo injusto, dominado por una estructura política autoritaria de tipo conspirativo. De esta estructura forman parte los Estados, los gobiernos, las corporaciones empresariales y financieras, y los partidos políticos, entre ellos el Partido Republicano... y el Partido Demócrata norteamericano. Como Assange aspira a acabar con el autoritarismo, su acción se encamina a desmantelar este tinglado conspiratorio.

¿Cómo conseguirlo? Antes se recurría al asesinato de los «conspiradores», es decir, de los individuos poderosos o de aquellos que se encargan de hacer circular la información. El acto de asesinar, sin embargo, es «el resultado de inclinaciones mentales» propias de sociedades sin cultivar. Ahora, sigue diciendo Assange, un procedimiento tan primitivo está desfasado. Es preferible destruir los «puentes» encargados de trasladar la comunicación. La red se colapsará, la información dejará de circular y se fragmentará, como ocurría –tal y como ha observado Gordon Cróvitz, de «The Wall Street Journal»– con los sistemas de inteligencia norteamericanos antes del 11-S, cuando no supieron unir y dar sentido a los datos que conocían sobre el crimen que se preparaba. Lo mismo ocurría en la lucha contra la ETA cuando no había colaboración internacional.

Así que por ahora no hace falta matar a nadie. Basta con que los agentes del autoritarismo (los «conspiradores») dejen de estar comunicados. Serán más frágiles, y cuanto más frágiles sean, más fácil será acabar con ellos. Cuanta menos información sea capaz de procesar, más débil será el poder autoritario que nos gobierna. Un sistema de poder sin circulación de información es estúpido y torpe. Esto es lo que está haciendo Wikileaks con la publicación de sus fugas informativas masivas. El objetivo de Julian Assange no es más transparencia. Su objetivo es una circulación deficiente de la información, menos transparencia, más opacidad.

Él mismo lo dijo a la revista «Time» hace unas semanas. «Nuestro objetivo no es una sociedad más transparente. Nuestro objetivo es una sociedad más justa». Sobre la idea de justicia que tenga Assange caben toda clase de especulaciones. No caben especulaciones, en cambio, sobre los objetivos que se ha propuesto. Y sí que cabe preguntarse qué es lo que buscan los muy poderosos medios de comunicación que colaboran con este anarquista siniestro.