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Destapado por casualidad por Francisco PEREZ ABELLÁN

La Razón
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Como persona me agobia que ahora mismo haya uno de esos asesinos de bata blanca, un «ángel de la muerte», esperando a que alguien llegue a un hospital o, lo que es peor, a un centro de gerontología para quitarle la vida. El papel exterminador de estos asesinos, celadores, enfermeras e incluso médicos, está acreditado en todo el mundo civilizado.

Como periodista me asombra que hayamos tardado tanto tiempo en darle relieve a la historia del presunto «serial killer» de Olot, que mataba ancianos a los que dice que amaba y quería evitar que sufriesen. Pero como criminólogo, lo que más me angustia es que el presunto asesino de ancianos de Olot no haya sido descubierto por una investigación, sino encontrado por casualidad, debido a que su última víctima no falleció de la forma discreta que él esperaba.

En el futuro próximo, cada ayuntamiento tendrá una oficina de seguridad con criminólogos encargados de barrer estadísticamente su territorio y vigilar desde las bandas del chupete hasta el urbanismo criminal. Hoy, todavía en mantillas, nadie en Gerona estaba mirando debidamente preparado los índices de frecuencia de fallecimiento de la clínica, con lo que quizá se habría detectado la epidemia del delito.

El asesino en serie disfruta de la voluntad de suplantar a la Providencia respecto a elegir quién muere. Su poder es el más grande, si exceptuamos el de devolver la vida a los muertos.

 

Francisco PEREZ ABELLÁN es director del Departamento de Criminología de la Universidad Camilo José Cela