Palma de Mallorca
La sonrisa del desprecio
El juez decreta prisión incondicional para Juan Manuel Morales por tenencia de explosivos y tentativa de estragos. El joven se rió tras ser insultado a la entrada de los juzgados
PALMA DE MALLORCA-Juan Manuel o «subzero91», como le gustaba que le llamaran en las redes sociales, dejó ayer atónitos a la treintena de medios que le esperaban a la entrada de los juzgados de Vía Alemany, en Palma de Mallorca. Pasadas las 16:05 horas de la tarde, el joven, al que la Fiscalía acusa de los delitos de tenencia de explosivos y tentativa de masacre, llegaba escoltado por dos policías. Miraba curioso a través de la ventanilla. Sus ojos reflejaban que había conseguido lo que buscaba: llamar la atención.
Su salida fue inesperada, por la serenidad de sus gestos, aunque su sonrisa malévola mostraba la otra cara del joven de 21 años. «Hijo puta...», le gritaron desde la calle. Él sonrió. No era una sonrisa de nerviosismo, sino de locura. Parecía estar orgulloso de estar ahí, de que todos los focos le apuntaran. Dentro le esperaba su abogada, Agustina Alonso.
Apenas tardó 40 minutos en contarle sus macabros planes a Enrique Morell, el juez en funciones que ordenó la investigación hace cinco meses. Al magistrado no le hicieron falta muchos detalles para imputarle los delitos de tenencia de explosivos y tentativa de estragos, aunque el fiscal del caso sólo hubiera requerido la prisión por el primero. Las penas por estos delitos son: de cuatro a ocho años por el primer cargo y de 10 a 20 por el segundo. Así, su pena oscilaría entre los 14 años, como mínimo, o los 28. Y es que, como afirman fuentes judiciales, Morell considera que los cargos son de «penalidad alta».
Minutos después de que cayera el sol, sobre las 20:15 horas, el joven de 21 años, flacucho, pálido y desgarbado, reaparecía esposado. Ya no conservaba la sonrisa, estaba mucho más serio. Sabía que volvía al sitio donde había pasado las últimas dos noches, la Jefatura de Policía de Palma. Allí permanecerá hasta que se decida la fecha del juicio, ya que en el auto, el juez ha decretado que debe permanecer en prisión sin fianza. Una decisión que ha acordado con la Fiscalía. Alega tres motivos que indican la magnitud del caso. El primero es evitar la fuga del joven; en segundo lugar, el juez no descarta que Juan Manuel intente destruir pruebas si no se le mantiene bajo arresto policial. La última, es por protección, es decir, Morell teme que pueda reincidir e intente, de nuevo, comprar componentes para explosivos para colocarlos en zonas llenas de estudiantes.
Introvertido y frustrado
Por su parte, la delegada del Gobierno en Baleares, Teresa Palmer, afirmó ayer que, en su declaración ante la Policía el joven admitió su «total admiración» por los jóvenes que causaron la masacre en Columbine (Colorado). Los consideraba sus «ídolos» y quería conmemorar su aniversario con la compra de 140 kilos de explosivos que la Policía interceptó el martes por la mañana, cuando le detuvieron en su domicilio de la calle Can Gotleu, un barrio lleno de turistas y estudiantes. Y es que en su diario personal, así como en otros documentos intervenidos en su casa, el joven expresa su odio a la sociedad, especialmente a los universitarios, y su decisión de colocar estratégicamente en la Universidad de las Islas Baleares bombas con forma de tubo llenas de metralla. Quería repetir la masacre del 20 de abril de 1999, 14 años más tarde, en 2013. Los agentes también le confirmaron a Palmer que Morales es una «persona muy inteligente, introvertida, frustrada, con problemas con la sociedad y simpatía por los símbolos nazis, si bien actuaba totalmente solo, dado que no pertenece a ninguna banda ni grupo político».
Aún se conoce poco de la personalidad del veinteañero, pero su carácter «asocial» y su timidez han llamado especialmente la atención en la capital de Mallorca donde, a lo largo del día de ayer, la historia de este joven era la comidilla de todos los barrios. «Era un chico que no hablaba con nadie y que pasaba desapercibido, pero no parecía peligroso», repiten vecinos del barrio como Marisa, camarera del Bar Farina, desde donde los policías, vestidos de paisano, controlaban los movimientos del joven.
En su casa del casco antiguo, donde residía desde hacía apenas treinta días, sólo viven cuatro vecinos. Uno de ellos, con el que convivía puerta con puerta, es músico y, como explica una amiga suya, se encontró al joven un día en la entrada, le preguntó si era mallorquín y éste lo negó. Juan Manuel estaba desubicado, por eso prefería pasar horas y horas en la biblioteca municipal del Ayuntamiento de Palma leyendo «Mein Kampf» («Mi lucha»), de Adolf Hitler.
Admiraba las ideas de los nazis y así lo reflejó en los numerosos comentarios que realizó en diversos foros de internet y en su propio blog. Juan Manuel buscaba ser un personaje más de su videojuego favorito, «Mortal Combat». Pero a lo que él consideraba enemigos, eran sus compañeros, los de su generación.
Matar con UNa escopeta, su primera opción
Juan Manuel, imitador de la masacre de Columbine, tenía muy claro cómo quería perpetrar la matanza e intentó seguir paso por paso la masacre de sus ídolos norteamericanos. Por ello, intentó hacerse con un arma en el mercado negro y no lo consiguió. El siguiente paso era el conducto formal. El pasado 7 de septiembre se presentó en las dependencias de la Guardia Civil de la capital balear con los papeles para obtener la licencia de escopeta. La falta de planificación de este estudiante de 21 años hizo posible que la Benemérita le denegase la licencia. Como en cada ocasión que se presenta una solicitud de este tipo, los agentes comprueban los antecedentes penales y si están inmersos en alguna investigación. En este punto, comprobaron que la Policía seguía el rastro de Juan Manuel desde hace meses y le denegó la licencia. Este revés no le amilanó y decidió hacer acopio de una gran cantidad de sustancias para preparar explosivos. Y eso fue su perdición. Los agentes detectaron la compra del material, esperaron a su recepción y evitaron un Columbine español.
«Saludos, camarada»
Con esta frase, daba su visto bueno a un post xenofóbo en un foro del sindicato falangista TNS que buscaba patriotas que luchen contra la inmigración, la corrupción y la delincuencia. Juan Manuel Morales es un joven solitario que, como muchos otros, suplía la falta de amigos con el uso de internet, en el que participaba en numerosos foros temáticos: videojuegos, música y política. No es de extrañar que utilizara la red para compartir opiniones sobre la masacre de Columbine, para debatir sobre la superioridad de la raza blanca, buscar músicos para formar una banda o simplemente para encontrar amigos. Juan Manuel seguía paso a paso los ejemplos de Eric Harris y Dylan Klebold, que acabaron con la vida de 13 personas en un instituto estadounidense. Juan Manuel hablaba abiertamente de sus creencias políticas en numerosos foros y se mostraba partidario de «ser parte de un movimiento necesario para limpiar España». «Saludos camarada, yo estoy como tú. Arriba España!!!!», respondía Juan Manuel en el foro falangista. Este joven aficionado al hardrock, metalcore, rock alternativo y punk rock, entre otros, tenía un blog con el mismo nombre que el de los jóvenes de Columbine «¿Sabéis lo que más odio?», en el que se despacha contra los niños mimados o contra las mujeres. Sobre Columbine, justificaba la masacre: «No murió nadie que no lo mereciera. Puede ser que hayan matado a gente inocente, pero eso pasa por molestar a los jóvenes y acosarlos», informa Paco Rodríguez.
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