Moscú
A imagen del Arca de Noé
Capaz de flotar sobre el agua y soportar cualquier terremoto, «The Ark» se presenta como un edificio bioclimático que podría salvar a la Humanidad de las fatales consecuencias del cambio climático.
Un arca gigantesca capaz de albergar a la raza humana en caso de inundaciones extremas y fuertes terremotos. Así se presenta «The Ark» (el Arca), un hotel energéticamente autosuficiente diseñado por la firma rusa de arquitectura Remistudio, que pretende dar una solución a las consecuencias extremas del cambio climático.
Diseñado en colaboración con la «International Union of Architects (UIA)» dentro de su programa «Architecture for Disaster Relief» (Arquitectura para el alivio de desastres), este edificio futurista de 3.000 metros cuadrados está preparado para flotar en caso de que el nivel del mar aumente. Su sótano subterráneo en forma de cáscara no tiene salientes ni ángulos y le permite mantenerse de manera autónoma sobre la superficie del agua. Asimismo, el arca tiene una estructura de arcos de madera y cables de acero que permite distribuir la carga por todo su conjunto en caso de terremoto, siendo una construcción estable y segura en zonas sísmicamente peligrosas. La disposición abierta permite que el edificio sea adaptado a diferentes funciones según el uso que sea necesario, pudiendo instalarse en la tierra sin ningún problema.
El arca, que además de ser concebido como hotel podría ser utilizado como apartamentos u oficinas, se puede construir en diferentes escalas para albergar entre 50 y 10.000 personas. Como cuenta el arquitecto de este proyecto, Alexander Remizov, «lo más importante de esta arca –aún conceptual– es que abre un nuevo enfoque a la arquitectura, donde el edificio y todos los sistemas de ingeniería se han convertido en un todo inseparable, que debería conducir a un abaratamiento de la construcción, a la creación de un medio ambiente sano y a la protección de la naturaleza».
Los arquitectos rusos han preferido prescindir del vidrio y utilizar láminas de etileno –tetrafluoretileno (ETFE), un tipo de plástico de gran resistencia al calor, a la corrosión y a los rayos ultravioleta, ya utilizado en otros megaproyectos como la Villa Olímpica de Pekín. Este material pesa 100 veces menos que el vidrio, deja pasar más luz, y en configuración de doble lámina es más aislante. Además es fácil de limpiar, reciclable y más económico que el vidrio. La lámina se fija al marco a través de perfiles metálicos especiales que sirven al mismo tiempo como colectores solares para calentar el agua y como canales destinados a recoger el agua de lluvia desde la superficie del techo.
Un sistema único de energía
A la hora de desarrollar el funcionamiento del sistema de energía, Alexander Remizov ha contado con la ayuda del científico y académico ruso Lev Britvin, conocido por idear soluciones energéticas para las estaciones espaciales. El resultado ha sido un sistema único e integrado de energía. Su corazón está formado por un pilar central conectado a unos generadores eólicos instalados en el tejado, a unas bombas de calor y a unas unidades de conversión térmica ubicadas en el sótano que aprovechan el calor de la tierra para generar electricidad limpia.
La forma de la cúpula ayuda a la aglomeración del aire caliente en la parte superior, un calor que se recoge en acumuladores estacionales con el fin de proporcionar un suministro ininterrumpido de energía para todo el complejo, con independencia de las condiciones ambientales externas. La cúpula también está dotada con generadores de tornados para aprovechar al máximo el viento del exterior y convertirlo en electricidad.
Su estructura es además muy óptima para la instalación de células fotovoltaicas con un ángulo perfecto hacia el sol. Pero eso no es todo: los residuos también se utilizan en esta arca como fuente de energía para generar calor o convertirlos en biofertilizantes. Además de ser totalmente autosuficiente, este edificio podría producir electricidad adicional para el suministro de casas adyacentes y medios de transporte eléctricos.
Los arquitectos rusos no han olvidado la importancia que tiene la vegetación en un edificio bioclimático. Por eso, han diseñando el espacio interior de esta enorme arca de 30 metros de altura con un triple sistema de iluminación para cultivar plantas en cualquier momento del día. Incluso las habitaciones interiores reciben iluminación gracias a que la luz natural penetra a través de sus techos transparentes. Todas las plantas son elegidas de acuerdo a principios de compatibilidad, de iluminación y de eficiencia de producción de oxígeno dentro del edificio. Además de sus ventajas ambientales, la vegetación ayuda a crear espacios atractivos y cómodos para la vida humana. Y es que el arca está concebida para fomentar entre sus habitantes las artes, el deporte, la recreación y la educación. Los diferentes niveles de balcones sirven como áreas sociales y recreativas, y medios como internet y la televisión se ofrecen para establecer relaciones con el mundo exterior.
Otra de las grandes ventajas de este espacio bioclimático es su rápida construcción y su coste. «Las secciones prefabricadas del hotel harían posible su finalización en tres a cuatro meses en prácticamente cualquier parte del mundo», explica Remivoz, quien añade que su «construcción costaría más o menos lo mismo que la de una casa energéticamente eficiente».
El arquitecto ruso está convencido de «que en el futuro este tipo de arquitectura disfrutará de una gran demanda». De hecho, la empresa de Moscú está buscando en la actualidad inversores para que el diseño se convierta en una realidad. Y es que aunque poco tenga que ver con aquella bíblica Arca de Noé, quizás en un futuro «The Ark» pueda salvar a la Humanidad.
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