Ferias taurinas
Toreo de luto
- Sevilla. 5ª de la Feria de Abril. Toros del El Torreón, 2º y 3º, nobles y manejables aunque con poco fondo, y un sobrero, 4º, del Conde de la Maza, malo. El descastados, desiguales. Más de media entrada.- Antonio Barrera, de catafalco y oro, estocada (saludos); media, cuatro descabellos (saludos). - Luis Bolívar, de azul celeste, estocada baja (saludos); casi entera baja (silencio). - Salvador Cortés, de azul marino y oro, estocada (saludos); dos pinchazos, casi entera (silencio).
SEVILLA- Vestido de negro, o azul muy oscuro, y con el alma de luto. Así pisó ayer Antonio Barrera el coso sevillano a las pocas horas de fallecer su padre, el que fuera novillero y guía de sus devociones en el ruedo. Apenas hubo tiempo para llorarle. Barrera le homenajeó desperezándose a golpes de la pena para vestirse de torero y consumar lo que tanto cuesta en ocasiones: verse anunciado en la Feria de Abril de Sevilla. Su tierra le ovacionó el esfuerzo, mientras con el otro ojo mirábamos al cielo con ánimo de contener la lluvia. Atronaría Barrera por dentro cuando en el centro del ruedo brindó el toro a la ya memoria de su padre. No se lo puso fácil el de El Torreón. Dos coladas por el derecho fue la antesala de unas embestidas insulsas, sin darse importancia, pero amenazantes. Cuando pareció que le metería en vereda con dos buenos naturales, se rajó el toro, se vaciaba la labor y se perdía la esperanza. Devolvimos dos días al calendario cuando otro toro de Conde de la Maza, cuarto y sobrero, quiso reventarnos la tarde. Sobre todo la de Barrera. La larga cambiada en el tercio con la que lo recibió resultó lo más brillante. Vendrían después las fatigas ante un toro que estaba más interesado en quitar el bordado de la hombrera del vestido que de negociar la embestida. No pudo ser. No podía ser. Se antojaba injusto el devenir del destino. Debió de ser impagable e inimaginable el esfuerzo que hizo ayer Barrera para cumplir en Sevilla. Queda claro que el toreo se vive desde las entrañas. ¿Cómo si no entender el gesto? Torero, por su padre José Luis, que llenó la tarde de toreo de luto. Entre una cosa y otra, entre el primero y el cuarto, saltaron al ruedo dos toros de El Torreón, con calidad y hasta calidez en la embestida. A Luis Bolívar le tocó uno de ellos. Era el segundo de la tarde y ya lo cantaba la armonía de sus hechuras. Tuvo profundidad por el pitón derecho, aunque iba justito de fuerzas y de vez en vez lo recordaba perdiendo las manos. El colombiano quiso pero no llegó a acompasarse con el animal. Fueron más pinceladas sueltas que tandas con enjundia. Lo mató a la primera, pero abajo, a las claras, lo vería hasta un miope, y lo jaleó como si hubiera sido un estoconazo en lo alto. Llegó la lluvia en el quinto, dilatada tarde a estas altura,raudo el reloj para marcar el tiempo y pocos contenidos en el ruedo. Y ese quinto se negó a embestir. Orientado por ambos pitones dejó a Bolívar en la tesitura de no saber por dónde meterle mano. A portagayola se fue Salvador Cortés en el tercero. A la boca del miedo, del fuego, donde caen al vacío los gestos de los toreros de recibir al toro de rodillas, así, sin tanteos. Su hermano Luis Mariscal se llevó una ovación fuerte, rotunda. Había clavado en la mismísima cara del astado dos buenos pares de banderillas. Toro manejable para la muleta a pesar de su justeza de fondo. Hondo y profundo en el envite, sumó Cortés un buen puñado de pases. Buscaba el torero el encuentro, el reencuentro, pero le salió el trasteo más amontonado que del tirón. El sexto tenía las fuerzas más justas todavía y se descomponía. Tanto que acabó por desdibujar la afanosa faena de Cortés, que otra vez se las había visto de cara con el miedo a portagayola. Y además, le pidió el carnet de valiente nada más salir, frenado, mirando al torero en un descarado pulso de valor. Lo ganó Cortés. Se había perdido tanto durante la tarde...
El Cartel de hoyToros de Victorino Martín para Ferrera, El Cid y César Jiménez.
✕
Accede a tu cuenta para comentar