Barcelona
Un duopolio más que asumido
Con 18 basta
Aquellos que piensen que el mundo sólo es blanco o azulgrana se confunden
Que la Liga española no es lo que era es una verdad como un templo. La distancia (en parné) que separa a los dos más poderosos del resto es cada vez mayor y las posibilidades de que un equipo que no sea Madrid o Barça gane la Liga se reducen al mismo ritmo que el flequillo de Iker Casillas.
Bien, hasta aquí todos coincidimos. Eso sí, hay un riesgo adicional que preocupa a analistas y espectadores: que la Liga se convierta en un tostón, en una Liga escocesa con sólo dos partidos importantes, una Liga holandesa, blandita como la salsa amarillita que le da nombre. Y ahí es donde una no está del todo de acuerdo. Que sólo dos equipos puedan ganar el campeonato de Liga es, en efecto, un fastidio, pero aún quedan dieciocho equipos más, no se nos olvide.
Tras los dos máximos productores mundiales de partidos del siglo hay un puñado de equipos históricos que ya merecerían por sí solos que se organizara la Liga, la Copa, la Vuelta a España y la Feria de Linares. No hacen falta Barcelona o Real Madrid para ver un partido en el Molinón o en San Mamés, para ir a Mestalla después de comerse un arrocito o al Vicente Calderón a pasar emociones fuertes.
Tras veinte clásicos con sus cansinas previas, no hay aficionado que no quiera volver a vivir un Betis-Sevilla. Aquellos que piensen que el mundo sólo es blanco o azulgrana se confunden de Liga: aquí el fútbol no se sirve con suave salsa holandesa, sino con salsa brava. Pica y te deja la boca como un lanzallamas.
María José Navarro
Escocia, año IV
«La Liga española es la mierda de Europa», dijo Del Nido el 11 de junio
José María del Nido, que no es santo de mi devoción, tiene algunas virtudes entre las que se cuenta el hablar claro. «La Liga española es la mierda de Europa», dijo el pasado 11 de junio. En este mismo espacio, hace tres veranos, ya se realizó la nada original comparación entre el campeonato nacional y el escocés sin reparar en que el modelo de allí es empíricamente sostenible, lleva vigente un siglo, mientras que el de aquí, aboca sin remisión a la quiebra a 18 de los 20 participantes en la pantomima.
A lo peor, el fútbol español es víctima de un complot entre sus dos primeros clubes y algún iluminado audiovisual que preconiza una Liga Europea cerrada. Al ritmo de suspensiones de pagos de los últimos años, antes de un lustro habrán liquidado la competición doméstica y podrán montarse una apasionante «Champions» con el Olympiacos y el Rubin Kazan. La prueba del interés de los operadores de televisión por abrasar el invento es el desbarajuste horario que han impuesto. Hasta el más forofo se desenganchará de unas jornadas desparramadas en nueve horarios, a cual más intempestivo. Un detalle que revela el interés que suscita la Liga es la camiseta virgen de publicidad que presentarán los clubes del segundo escalón. De los cinco representantes españoles en Europa, excluyendo a los de marras, sólo el Athletic ha encontrado patrocinador. Huelga decir que se trata de una empresa altamente politizada. Agotado el filón público (Terra Mítica, Aeroport de Castelló, cajas de ahorro o consejerías de toda laya), nadie en su sano juicio pone dinero en este invento.
Lucas Haurie
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