Nueva York
Bronca a Tablada en un vuelo «low-cost» por Jesús Mariñas
Fue la comidilla en la fiesta que anteanoche celebró Marbella como culmen a un verano con mediocridad de nombres. La ciudad es su gran reclamo y el astro malagueño no escatima esfuerzos por relanzar lo que un día fue esplendoroso. En la gala todos sabían el lamentable y censurable incidente que Elena Tablada vivió en el aeropuerto –en una cola de la compañía Ryanair– camino del fiestón.
Como fue llamada por la promotora Sandra García-Sanjuán y quiso colaborar recaudando para las fundaciones de Antonio Banderas y Eva Longoria, escogió sus mejores galas –las veremos en las revistas del próximo miércoles, bien abastecidas de la cita–. Hizo cola como todo hijo de vecino porque al ser una compañía de bajo coste no tiene prioridad ni «business». Al descubirla en espera paciente cundió una cierta incredulidad transformada luego en irrazonable indignación. «¡Pero qué hace aquí, con las pretensiones que tiene!», fue lo más lindo que escuchó la ex de Bisbal, que protagoniza, sin buscarlo, una bronca tras otra. En vez de comprenderla o consolarla ante lo que está pasando, las fans del cantante aprovechan para lanzarle desprecios.
Fue un episodio tan inconcebible como las pretensiones recaudadoras de William Levy, el cubano protagonista de culebrones y acaso culpable de que Jennifer Lopez haya roto con Marc Anthony. Eso sí, las razones son más profundas y de las que suelen dejar huella –según me han revelado estos días en un reciente viaje por California y Nueva York–. Allí no extrañó nada la ruptura, aunque cuestionan la participación de Levy en deshacer tal pareja, y también barajan otros nombres de mucho más relieve. William sería uno más en el rifirrafe sentimental, del que busca sacar tajada. De momento, ya le ofrecen en las televisiones españolas como posible visitante de platós para contar lo que no pasó, dispuesto y resignado. Siempre, claro está, previo pago de un importe tasado en 52.000 euros por intervención más cuatro billetes aéreos desde México en primera clase, lo que incrementa la cifra hasta casi 65.000 euros.
William sabe muy bien lo que busca, tiene buen asesor –hasta el punto de recibir varapalos de las televisiones latinas por negarse a comentar sin cobrar algo– y sólo reserva intervenciones gratuitas para los canales ingleses a los que interesa menos este culebrón real de quien es habitual en el género. De momento, me asegura, tardaremos en verlo entre nosotros.
✕
Accede a tu cuenta para comentar