Cataluña
Chacón candidata
A la intelectualidad nacionalista de Cataluña le han saltado las alarmas después de confirmarse que la candidata socialista por Barcelona será Carme Chacón. Se las prometían muy felices por la travesía del desierto que está atravesando un PSC desorientado y sin capitán. La irrupción de Chacón les ha aguado la fiesta. Ni sus encuestas les auguran una victoria, por primera vez, en unas generales. Más bien empiezan a vislumbrar que los socialistas con una Chacón bien valorada al frente pueden volver a ganar aunque sea por la mínima. Por eso, se han puesto a repartir carnets de identidad de «buen catalán» y, a su juicio, Chacón no parece merecérselo.
Les levanta sarpullidos porque se considera catalana y, también, española. No juega al enfrentamiento, lo hace por el entendimiento. Defiende una España federal en la que los ciudadanos de hoy decidan su futuro al margen de símbolos, banderas o himnos del pasado. Quiere una Cataluña fuerte y respetada en una España fuerte y respetada. Piensa más en los catalanes –su educación, su sanidad, sus servicios sociales– que en esa forma etérea y grandilocuente que llaman «país». Chacón no es su tipo porque se niega a envolverse cada día en la «senyera» y repudia la independencia. Además, ha tenido la «desfachatez» de no quemarse a lo bonzo en lo que consideran la defensa de Cataluña, o sea rasgarse las vestiduras un día sí y otro también atizando al maligno enemigo español, y no le baila el agua al romance de CiU y PP. Lo dicho, no es una buena catalana. Simplemente, no es nacionalista y eso parece ser un grave pecado. Visto lo visto, también me confieso pecador y mal catalán.
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