Estreno

Doctora mi mujer prefiere al perro

La comedia «Un regalo para ella» explora los excesos de cuidados con las mascotas

Doctora mi mujer prefiere al perro
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Si tomamos esta película por donde quema, es decir, por el lado más literal, no nos queda más remedio que suspirar aquello de «cómo son estos franceses».Todo empieza cuando Jean-Pierre (Alain Chabat) elige un cachorro blanco para celebrar los cuatro años de matrimonio con Nathalie (Mathilde Seigner). Ella empieza por llamarle «Tesoro», el apelativo que utilizaba para su marido, y acaba regresando de unas vacaciones en la playa porque le comentan que el chucho no ha comido en las últimas 24 horas, por no hablar de la peluquería canina con sus masajes relajante, o el empeño porque el can lleve la misma dieta que sus dueños, aunque eso suponga tenerle a base de solomillo. Metáforas aparte, parece que la cosa es así, pues el argumento está basado en una experiencia vivida por su creador, Claude Berri (productor de «La reina Margot», «Fepuldo maldito», «Amén»...).Como un bebé«Parte de una historia vivida por él, que le compró a su chica un perro por su aniversario. Le gustó tanto que le empezó a tratar como un bebé y acabó por ocupar un espacio central en su vida. Hasta el punto que él acabó por hacerle decidir entre él y su perro, y ella se fue con el animal. La única diferencia entre la realidad y su película es que él era un señor mayor que vivía con una chica muy joven», apunta François Dupeyron, que se vio convertido en el director del filme tras la muerte de Berri en mitad del rodaje. Si lo tomamos por el lado metafórico, el asunto tiene más enjundia, pues el guión traza paralelismos entre la peripecia de la pareja protagonista y la de su compañero de trabajo, que acaba de tener un niño. La conclusión parece clara, y sale por boca de la madre responsable que asegura sobre su hijo: «Hay que marcarle límites, su vida es tan importante como la nuestra». Pero Dupeyron no está muy interesado por explorar este lado, él fue el primer sorprendido al leer el guión: «Me preguntaba por qué alguien con su currículm hacía una cosa tan ligera al fina de su vida. Luego entendí que funcionó como una especie de antidepresivo», pues el tema le seguía tocando, prosigue el realizador. La envenenadoraA Dupeyron tampoco lo habíamos visto en la comedia anteriormente, pues tanto en «El señor Ibrahim y las flores del corán» (2003) como «El pabellón de los oficiales» (2001), sus dos mayores éxitos hasta el momento, manejaban un registro mucho más dramático. Aunque le ha sabido a poco y ya prepara una comedia negra que se llamará algo así «La dulce envenenadora», una adaptación de la novela del finlandés Arto Paasilinna. La muerte asomó el cuarto día de rodaje, casi por sorpresa: «El primer día de trabajo Berri se mostraba triste y se notaba su cansacio, el segundo día se recuperó, el tercero estaba mejor y el cuarto murió», explica Dupeyron. «Decidimos continuar el rodaje y lo hicimos con una escena nada complicada porque todos no sentíamos tristes, aunque no teníamos la sensación de que se hubiera ido del todo».