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El último combate del Capitán Trueno

El dibujante Joan Boix durante la rueda de prensa para presentar el nuevo cómic del Capitán Trueno, que vuelve diecisiete años después de su última aventura. Con el título de "El Capitán Trueno. El último combate"
El dibujante Joan Boix durante la rueda de prensa para presentar el nuevo cómic del Capitán Trueno, que vuelve diecisiete años después de su última aventura. Con el título de "El Capitán Trueno. El último combate"larazon

Los héroes, como los mortales, también conocen el crepúsculo, aunque los directores y los diferentes bardos de las viñetas canten su desaparición con un epígono embellecido de imágenes para sosegar la irascibilidad de los incondicionales y críticos del género. Incluso Superman y el Capitán América saben lo que es la muerte, aunque hayan regresado de ella por obra de oportunos guionistas y dibujantes decididos a consolar a sus fieles seguidores. Pero también los creadores saben que existe una edad imprecisa en que las hazañas comienzan ya a pertenecer al pasado, los años mellan las fuerzas que les hicieron legendarios y el envejecimiento mengua las habilidades que una vez hicieron de ellos el protagonista de tantas infancias. Lo del Capitán sólo era una deuda pendiente del cómic español. Diecisiete inviernos sin pasar por las librerías son muchos. Vuelve ahora, de mano de Joan Boix y Ricard Ferrándiz, y con la bendición de su creador, Víctor Mora, para contarnos qué ocurre al final de su vida. «El último combate» (Ediciones B) es la aventura que faltaba. El epígono que hace de un personaje un mito.

El origen, los druidas Ferrándiz ya había recorrido aquellas tierras en más de una ocasión. Había visitado los castillos de la Occitania, los nidos de las águilas que hicieron de aquellas fortalezas cátaras murallas inexpugnables para las huestes de los reyes. «Soy aficionado a las historias medievales. A finales de los ochenta había realizado varias incursiones en esa región. Pero no fue hasta la tercera vez cuando di con el lago de los druidas. La leyenda asegura que si arrojas una piedra al fondo estalla una tormenta. Por eso también lo denominan la morada del trueno. Entonces surgió la idea. Pensé que si Merlín todavía dormía en una campana de cristal, el rey Arturo descansaba en Avalón y Carlomagno, en una cueva de Turingia, ¿por qué no iba a tener el Capitán Trueno un lugar donde morar durante siglos?», se pregunta Ferrándiz. De esta forma proporcionó un argumento y retomó una serie en la que ya habían trabajado antes, aparte de su creador, Miguel Ambrosio «Ambrós», Jesús Blasco, Luis Bermejo, Jesús Redondo y John M. Burns, entre otros. «Comencé por el lugar mítico que había encontrado para él. Esa morada del trueno», prosigue el guionista. La primera prueba que tuvo que superar fue la mirada inquisitiva de Víctor Mora, que aceptó aquel final que habían rubricado para su protagonista. «No soy el más adecuado para hablar de este libro. Hubo algo de rechazo y una sensación extraña. Me ha producido desasosiego ver desaparecer a mi Capitán Trueno. Debía ser inmortal», ha declarado Mora al hilo de esta publicación. Ferrándiz elogia a Trueno y a Mora, y establece una comparación con otro soldado: «El guerrero del antifaz sólo mataba sarracenos. En cambio, el capitán se pegaba con todos los malvados. No estaba tan ideologizado y donde había un dictador, aparecía él». Un sentimiento que expresa con claridad en uno de los diálogos y que resume la idea que se conserva de este héroe: «Se perpetuará a través de los siglos, entre los oprimidos y las víctimas de los tiranos, como ejemplo y símbolo de la lucha por la justicia».