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Segundo asalto por Alfonso Merlos
Es una evidencia que Rajoy no ha llegado a La Moncloa para recibir aplausos, sino para ayudar a arreglar España después de los destrozos socialistas. Pero también lo es que no todas las medidas para la remontada van a resultar antipáticas, como la subida de impuestos del primer Consejo de Ministros. Con el nuevo plan de choque a aplicar sin pausa y con cierta prisa, el Gobierno no sólo da en la diana y comienza a reparar los mecanismos económicos que están fallando. Recoge además el clamor popular que llama a liquidar paulatinamente los chiringuitos levantados por las comunidades autónomas en forma de empresas públicas y fundaciones, unos inventos ruinosos para colocar amiguetes y ocultar vergonzantes pufos, convertidos en permanente fuente de disparates y en insondable foco de corrupción.
Pero no sólo en este punto el PP atiende las demandas de la calle. Los multimillonarios sueldos de directivos, que han llevado a sus entidades financieras a la quiebra y parasitan el bolsillo del contribuyente, hasta ahora han sido considerados inmorales; sin embargo, más pronto que tarde podrían ser ilegales, y ése es el camino que se está marcando con nitidez: transparencia, proporcionalidad, responsabilidad social y un poquito de decoro. Golferías, las justas, y a ser posible sin tocar las arcas públicas.
Tampoco, como se observa, la lucha contra el fraude fiscal tan cacareada por el malogrado Rubalcaba es patrimonio de los socialistas. Hacienda espera, aquí y ahora, hacer el ruido justo pero recogiendo muchas nueces. Seguimos en el inicio del inicio, sí, pero no todo va a ser dolor.
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