Europa

Bruselas

Bruselas aislará a Bielorrusia la última tiranía que queda en Europa

El último dictador de Europa, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ve de nuevo cómo la zanahoria de sus vecinos europeos se aleja y el palo vuelve a sobrevolar sobre su cabeza. Las elecciones presidenciales del domingo, que dieron la reelección al presidente (en un fraude denunciado por los observadores independientes), puede poner el punto y final a un periodo de sigiloso acercamiento entre el autoritario dirigente y los Veintisiete.

Lukashenko pidió a la Policía «firmeza» frente a sus adversarios políticos
Lukashenko pidió a la Policía «firmeza» frente a sus adversarios políticoslarazon

«Tenía la esperanza de que esta vez podríamos hacer un análisis más positivo. Por desgracia, no es posible a la luz del defectuoso recuento de votos y la respuesta de las autoridades a las manifestaciones de ayer [por el domingo]», indicó el embajador Geert-Hinrich Ahrens, responsable de observación de la OSCE.

La organización, aunque dio un aprobado al desarrollo de la jornada electoral, cree que el proceso se deterioró durante el recuento, con más de la mitad de los votos escrutados «mal o muy mal». Además, indicó que el marco legal «todavía no garantiza el desarrollo de elecciones» en línea con los estándares de la OSCE.

Sin embargo, Lukashenko hizo oídos sordos a la repulsa de sus vecinos occidentales, y con el apoyo de la «legitimidad» dada a las elecciones por la oriental Comunidad de Estados Independientes (CEI), condenó el «bandidaje» de sus rivales y pidió a la Policía «firmeza» frente a los opositores.

La UE no tardó en criticar las detenciones de hasta 631 candidatos opositores, activistas y periodistas la noche del domingo. «El Gobierno de Lukashenko claramente adolece de falta de legitimidad democrática y continúa como uno de los últimos estados autoritarios en Europa», declaró el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, el más temprano y duro en su crítica al presidente bielorruso.

La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, condenó las detenciones y las palizas, y pidió su liberación inmediata. Además, lamentó que estos acontecimientos «no reflejan el progreso relativo que habíamos notado en la fase preelectoral».

Gracias a este progreso, los Veintisiete habían suspendido las sanciones impuestas a Lukashenko y a sus colaboradores. No obstante, los embajadores de los socios europeos analizarán hoy las consecuencias del resultado electoral, con vistas a «recalibrar» las relaciones con la antigua república soviética, según una fuente del equipo de Ashton. La misma fuente no esperaba que se tomara hoy una decisión sobre recuperar las sanciones, ya que este paso exige el voto de los ministros de Exteriores, que no se reunirán hasta enero.

Este replanteamiento de las relaciones con Bielorrusia también la puede alejar de la Asociación Oriental, el programa de vecindad que la UE creó en 2009 destinado a seis ex repúblicas soviéticas, con promesas comerciales y ayuda económica. La futura presidencia húngara de la UE, que se estrenará el 1 de enero, avisó de que los hechos ocurridos en Minsk podrían tener un impacto en el programa.