Campaña electoral
El año del conejo
2010 se marcha y pocos van a despedirle con lágrimas de agradecimiento. Este año nefasto se lleva consigo los cuatrocientos euros que no nos devolvieron en junio, el cheque-bebé, la ayuda para parados sin prestación, la subida de las pensiones, el crédito de nuestro sistema financiero, el programa electoral del PSOE y la credibilidad de Zapatero. Todo de golpe. Una intenta hacer un balance positivo de los últimos doce meses y lo mejor que se encuentra, victorias deportivas aparte, es la actuación de Daniel Diges en Eurovisión. No hay más. Estaba claro que un año que comenzó con Belén Esteban dando las campanadas, no podía traernos nada bueno. Sin embargo, lo preocupante no es lo pasado sino lo que nos queda por pasar. 2011 tiene toda la pinta de haber heredado la genética de su predecesor y el aspecto inquietante de un broncas de discoteca poligonera que, de entrada, va a aterrizar con un subidón –subidón de la luz, la amenaza de una huelga general –ésta en serio, no como la otra–, y la ruptura del pacto antitransfuguismo. Y eso después de que el Rey haya pedido unidad y solidaridad para salir del lío. Lo único que nos hace conservar cierta esperanza es que quizá 2011 traiga cambios al frente del Gobierno. En el PSOE crece la certidumbre de que con Zapatero no llegan, y su electorado se decanta por echar mano de Rubalcaba, «la liebre», como le definió Bono, aprovechando que en el horóscopo chino éste será el año del conejo.
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