Retiro

«La lucha sigue cueste lo que cueste»

«No es una crisis, es el sistema». Bajo ese lema transcurrió la manifestación que convocó ayer el movimiento 15-M. Poco antes de las siete de la tarde, miles de personas salieron desde la plaza de Carlos V y comenzaron a andar por el Paseo del Prado, Cibeles y Alcalá.

Marcha, escalada y pintura. Ayer, muchos «indignados» andaron kilómetros, se encaramaron a verjas de edificios públicos y mancharon paredes con pintadas
Marcha, escalada y pintura. Ayer, muchos «indignados» andaron kilómetros, se encaramaron a verjas de edificios públicos y mancharon paredes con pintadaslarazon

Durante el trayecto, que duró menos de dos horas, algunos de los manifestantes se metieron en una cadena internacional de comida rápida para protestar contra las multinacionales, además de llenar de pintadas las fachadas de los bancos.
Al llegar a la esquina con Gran Vía, muchos de los «indignados» decidieron separarse y continuar la marcha por esta calle en vez de seguir hasta Sol como el resto de sus compañeros. Su paso por Gran Vía no dejó indiferente a nadie, ya que hicieron una sentada entorpeciendo, por tanto, el tránsito normal de los viandantes. Después fueron caminando hasta Callao para luego bajar por Preciados hasta el kilómetro cero, donde se volvieron a encontrar con el resto de «indignados» que coreaban sus archiconocidos lemas «que no nos representan» y «le llaman democracia y no lo es», además de algún cántico nuevo como «de norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue cueste lo que cueste».
De pronto, y en medio del ambiente festivo que había en Sol, algunos miembros del 15-M improvisaron una nueva marcha, esta vez hasta el Congreso de los Diputados. Un hecho que no cogió por sorpresa a la Policía, que ya había colocado las vallas en la Carrera de San Jerónimo por si a los «indignados» se les ocurría acercarse hasta la Cámara Baja. Nada más llegar, los manifestantes se sentaron en el suelo e hicieron un minuto de silencio ante la atenta mirada de los agentes.
Lo que no se puede negar es que tienen un gran poder de convocatoria, no sólo entre los jóvenes, también entre gente de edad avanzada. Así, durante todo el recorrido, además de los que habían venido desde otras ciudades de España, se pudieron ver muchas familias enteras. «Hemos venido nueve, seis adultos y tres niños», explicaba Carmen. «Los pequeños todavía no se enteran, pero nosotros lo hacemos para luchar por su futuro y sus derechos».
Algunos de los manifestantes iban cargados con sus mochilas, ya que no iban a pasar la noche en el Paseo del Prado como hicieron el sábado. «Nos han cortado el agua y no podemos cocinar ni ducharnos, así que nos vamos a ir a casa de unos chicos que se han ofrecido a acogernos hasta mañana», se quejaba Jorge, un joven que hizo la marcha desde Ávila y que llegó el sábado a Sol.
Lo cierto es que no todos tuvieron esa suerte y pasaron la noche al raso otra vez, por eso muchos de ellos no pudieron disfrutar de la manifestación y se vieron obligados a quedarse en el «campamento» a cuidar sus pertenencias.
Está previsto que hoy vuelva cada uno a su ciudad de origen, aunque después de reunirse en el Retiro para celebrar varios debates sobre política, economía y medio ambiente.