Partido Demócrata
Los pajes del Congreso de EE UU ponen fin a 180 años de historia y escándalos
Durante 180 años han llevado mensajes, copiado comunicados y, en alguna ocasión, hasta suscitado deseos inconfesables entre los legisladores, pero a partir de hoy los pajes de la Cámara de Representantes de EEUU no serán más que historia.
Este mes, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, y la líder de la minoría demócrata, Nancy Pelosi, anunciaron el fin del programa por el que estudiantes adolescentes, a cambio de un módico estipendio, se encargaban de los recados de los legisladores y vivían el día a día de los entresijos del poder.
Su misión abarcaba tareas desde llevar mensajes entre las oficinas a tomar nota de recados telefónicos, izar la bandera sobre la cúpula del Capitolio o hacer sonar las campanas para llamar a votación.
Pero ventajas de la vida moderna como el correo electrónico o el contestador automático les había dejado cada vez con menos cometidos. Y en estos tiempos en los que la gran obsesión del Congreso es recortar gastos públicos, el programa de pajes era una víctima propicia de la tijera.
"Tenemos un gran aprecio por el papel singular que los pajes han jugado en la historia y las tradiciones de la Cámara de Representantes. Esta decisión no fue fácil, pero es necesaria debido al costo prohibitivo de los programas", aseguraron Boehner y Pelosi.
Uniformados con americana rojiza y corbata, estos adolescentes, tanto ellos como ellas, estaban perfectamente integrados en la vida cotidiana del Capitolio. Incluidos, en algún caso, sus escándalos.
El "caso Foley", en 2006, fue uno de los más recientes y más sonados.
El legislador republicano Mark Foley se vio obligado a dimitir entonces después de que salieran a la luz mensajes que había enviado con proposiciones explícitas a alguno de estos ujieres adolescentes.
En la investigación sobre el escándalo se supo que el legislador incluso había abandonado una sesión previa a una votación para mandar correos electrónicos de fuerte contenido sexual a un antiguo paje.
Más de 50 testigos fueron entrevistados para establecer si los líderes republicanos cumplieron con su deber en el caso. El informe determinó que algunos de los implicados "intentaron repetidamente elevar el problema a sus superiores, pero encontraron obstáculos en la cadena de mando".
Ya en 1983, el Comité Ético del Capitolio comenzó una investigación sobre escándalos sexuales con los pajes del Congreso y encontró múltiples pruebas de abuso.
Los congresistas acusados por entonces fueron el demócrata Gerry Studds y el republicano Dan Crane, quienes supuestamente mantuvieron relaciones sexuales con pajes adolescentes.
En el caso de Crane, se reveló que había tenido sexo en repetidas ocasiones con una becaria de 17 años en su apartamento de Washington, aunque la paje testificó y confesó que consideraba al congresista "como un hombre mayor y atractivo"y asumió ser "más responsable de la relación sexual"que el propio legislador.
Pese a esas declaraciones, Crane perdió su escaño y tuvo que regresar a su antigua profesión como dentista.
En el caso de Studds, el Comité Ético descubrió que el parlamentario había tenido relaciones con un paje diez años antes, en 1973.
Tras ser censurado por la Cámara, Studds pidió disculpas y admitió su homosexualidad, convirtiéndose en el primer miembro abiertamente gay del Congreso.
"No es una tarea sencilla para ninguno de nosotros satisfacer adecuadamente las obligaciones de la vida pública o privada", dijo Studds, quien añadió que "sin embargo, estos desafíos se hacen mucho más complejos cuando se es, como yo, un funcionario electo público y gay."
Después de su revelación, Studds fue reelegido y se convirtió en uno de los principales líderes en el activismo por los derechos homosexuales.
Los líderes de la Cámara han insistido en que los escándalos no han jugado un papel a la hora de cancelar el programa, sino que se trata simplemente de optimizar los recursos disponibles.
Ciento ochenta años después, los pajes de la Cámara Baja no volverán a descolgar teléfonos, copiar declaraciones o enviar mensajes entre los legisladores, pero tampoco recibirán ninguno que pueda crear un escándalo político.
En el Senado es otro cantar. En esa cámara, el programa continúa y no hay, de momento, intención de suspenderlo.
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