Debate Estado Nación

Zapatero flirtea con los nacionalistas en busca de estabilidad

«No podemos tapar la boca a quienes se sienten una nación», advierte sobre Cataluña

El hemiciclo, prácticamente vacío, durante la segunda jornada del Debate sobre el Estado de la Nación celebrada ayer en el Congreso
El hemiciclo, prácticamente vacío, durante la segunda jornada del Debate sobre el Estado de la Nación celebrada ayer en el Congresolarazon

¿Y ahora qué? El final del Debate de la Nación acabó como empezó: con un presidente del Gobierno que ofrece pactos, reformas, cohesión y trabajo y una oposición que ya no le cree. Por lo demás, la jornada sirvió para que el Grupo Mixto atacase al presidente por parecidos flancos por los que le habían atacado otros el día anterior: giro antisocial, modelo de Estado, gestión económica… Pero sobre todo si algo se adivinó ayer de las respuestas de Zapatero fue la senda por la que se propone transitar los próximos meses, que no es otra más que el acercamiento de los nacionalismos. Una vez descartada la convocatoria anticipada de elecciones, el presidente parece decidido a buscar aliados estables. Y si el miércoles flirteó con descaro con CiU y PNV, ayer se deshizo en elogios para con CC y el BNG. De los canarios dijo, como el día anterior dijera con otras palabras de catalanes y vascos, que «su actitud constará en la hoja de servicios con España». Y es que el presidente tiene clavada en su retina las siglas de quienes le salvaron el mandato, pero sobre todo contribuyeron a que la estabilidad de España no saltara por los aires, el día que la Cámara Baja votó el trascendental decreto-ley del 12 de mayo para la reducción del déficit, y esos fueron con su abstención CiU y CC. Pero es que además, ayer Zapatero vino a confesar su fatiga por la llamada geometría variable que le ha llevado a pactar un día con unos y al siguiente con los contrarios desde que comenzó la Legislatura. «La geometría variable no se escoge ni se escogió por el Gobierno; ha sido un dato de la realidad, y además los portavoces de los partidos conocen muy bien las circunstancias a las que me refiero, y conocen muy bien la geografía política que hay detrás de cada circunstancia. ¿Alguien puede dudar de que al Gobierno le hubiera gustado desde el primer día, con 169 escaños (…) tener la garantía y el compromiso de otros 10 o 20 diputados para sumar un acuerdo de más estabilidad? Nos hubiera gustado. En estos dos años hemos tenido que hacer muchísimo esfuerzo de diálogo y de aproximación (…)». Todo esto lo dijo en respuesta al gallego Francisco Jorquera cuando éste le recriminó sus cambiantes alianzas parlamentarias, pero también para responder a Carlos Salvador (UPN) y Ana Oramas (CC) que le pidieron pactos estables para salir de la crisis. El día anterior cuando el PNV le ofreció un acuerdo de estabilidad, Zapatero tampoco hizo ascos, tan sólo dijo que el problema con los vascos era que tenía dudas sobre «la profundidad de su amor», algo así como que andaba pensándolo porque tenía más novios. Parece claro que el Gobierno volverá a apoyarse en los nacionalistas vascos y canarios para aprobar los Presupuestos, si estos se votan antes de las elecciones catalanas. Si es después y CiU, como parece, recupera la Generalitat, lo hará con los catalanes, que antes apoyarán la reforma laboral. Lo que parece evidente es que explora varios caminos y todos apuntan a diferentes nacionalismos.Ayer dio más muestras de ello, pues hubo una última exposición en repuesta al Grupo Mixto, en la que dijo más claro: «Les agradezco el tono del diálogo y por supuesto interiorizo lo que representan sus reflexiones sobre la geometría variable, sobre la necesidad de la estabilidad, porque en esa dirección estoy trabajando y espero poder contar también con su concurso».Por lo demás, la segunda jornada del Debate sirvió para que todo el mundo criticara la clamorosa ausencia de Mariano Rajoy en el pleno, y para que Zapatero volviera a reiterar su compromiso con la identidad catalana, el Estatut y las reformas legales que puedan reparar lo invalidado por el Constitucional. El asunto salió de nuevo a la palestra tras la intervención de Rosa Díez, UPyD, que llegó a acusar al presidente de «desacato» y de consentir que un miembro de su partido (por Montilla) convocara una manifestación en contra del TC. «No podemos tapar la boca a los catalanes que se sienten una nación, y de lo que se trata es de acatar jurídicamente esa realidad y el alcance jurídico del preámbulo», le replicó airado el presidente. Su teoría es que, igual que el Constitucional, él cree que la Carta Magna sólo habla de la nación española, «aunque debe reconocerse que haya personas que se sientan una nación». Aclaró, en todo caso, que no se trata de desoír ninguna sentencia y que su intención de abordar por ley orgánica la parte de la Justicia catalana, es precisamente lo que dice el Alto Trubunal. No hubo más. Ahora, atentos a las nuevas alianzas.