Cataluña

El negocio de la chatarra

Aumentan los subsaharianos que recogen deshechos metálicos cada día

El negocio de la chatarra
El negocio de la chatarralarazon

BARCELONA- Cada día centenares de inmigrantes recorren los barrios de Barcelona, desde Collserola hasta el mar, empujando un carro vacío para llenar de chatarra. Piezas de electrodomésticos viejos, cables, objetos metálicos ya inutilizables, placas… todo vale para que, tras clasificarlo y venderlo, ganar unos euros para poder subsistir.
La mayoría de ellos son senegaleses, que antes trabajaban en la construcción, pero con la crisis han encontrado en la chatarra, el «negocio» del siglo XXI, la excusa para quedarse aquí y no volver a sus países con las manos vacías y un sueño roto.
En el Poblenou el ir y venir de carritos del súper llenos de morralla es incesante. Tras toda una mañana de búsqueda de chatarra, Yago, de 23 años ,y procedente de Gambia y Samba, de Senegal, quedan en una esquina de la calle Pamplona para cargar su mercancía en un viejo camión. «Hace siete años que llegué a Cataluña y tras quedarme sin trabajo como paleta empecé con la chatarra», chapurrea Samba en francés con algunas palabras de español.
«No me ayuda nadie, así que ¿de qué quieres que trabaje?», lamenta Samba desde dentro del camión mientras su compañero Umaru, de 42 años, apunta los objetos recogidos ese día en una libreta. «Nos pagan 20 céntimos el kilo y podemos ganar hasta unos quince euros al día», añade. Samba vive en Granollers y cada día acude a la Ciudad Condal en busca de deshechos metálicos. En los últimos meses la comunidad de chatarreros inmigrantes ha ido en aumento y por ello, como Samba, han llegado más extranjeros de otras ciudades.
Bajo los modernos edificios del 22@, en el interior de antiguas naves industriales abandonadas, se encuentra uno de sus centros de operaciones y la vivienda de muchos de ellos. Enfrente del número 79 de la calle Zamora, después del puente, una gran fábrica abandonada se ha convertido en un enorme almacén de chatarra. Tras una vieja puerta de aluminio, cinco subsaharianos comen sentados y prohíben la entrada a los ajenos. «No tenemos nada que decir», dicen, antes de cerrar la puerta con violencia.
Y es que con el tiempo los chatarreros se han ido organizando y dentro del recinto seleccionan y organizan el material recogido. «Son gente que se organiza y quiere trabajar, pero aquí, no volviendo a su país», explican los vecinos que han creado la Red de Apoyo a los Asentamientos del Poblenou y que piden al Ayuntamiento abordar urgentemente este problema. Según los cálculos del consistorio, unos 350 extranjeros viven en condiciones infrahumanas y «okupando» estas antiguas fábricas, sin electricidad, ni agua, entre chatarra, ratas y enfermedades infecciosas.
Mientras el Consistorio está estudiando crear una cooperativa para formalizar su situación. Según las ordenanzas municipales está multado coger residuos de los contenedores así como seleccionar objetos de la vía pública sin homologación. Por ello, las empresas que se dedican a la recogida de chatarra piden a la administración frenar este fenómeno ya que les repercute en su negocio.