Santiago de Chile
Los presos alertaron con sus móviles de la propagación del fuego en la cárcel chilena
81 presos murieron hoy a causa de un incendio desatado en la cárcel de San Miguel, una sobrepoblada prisión del sur de Santiago de Chile, pero las autoridades temen que el número de víctimas aumente ya que hay doce heridos graves.
El siniestro, según los funcionarios de prisiones, se inició a las 5:30 horas (8:30 GMT) tras una riña entre reclusos que quemaron colchones en la Torre 5 de la prisión. Según los medios locales, los propios reos fueron quienes alertaron de la propagación de los llamas a través de sus teléfonos móviles, a pesar de que en las cárceles chilenas está prohibido que los internos dispongan de estos aparatos. Tras recibir la alerta, los vigilantes llamaron a los bomberos, que llegaron en veinte minutos pero no pudieron hacer nada para sofocar las llamas a tiempo.
La mayoría de los heridos graves están afectados por quemaduras parciales y de las vías respiratorias, pero las autoridades temen que el número de víctimas aumente dada la gravedad de los heridas. "Se actuó oportunamente y con prontitud, pero tenemos una sobrepoblación de internos", reconoció el director de Gendarmería, Luis Masferrer
La cárcel de San Miguel está preparada para 1.100 reclusos, pero actualmente está ocupada por 1.961, una circunstancia que las autoridades "refleja la precariedad del sistema carcelario chileno". "No podemos seguir viviendo con un sistema carcelario que es absolutamente inhumano", manifestó el presidente, Sebastián Piñera, a su llegada a la Posta Central de Santiago, uno de los centros hospitalarios adonde fueron trasladados algunos de los heridos graves.
Piñera, quien calificó lo sucedido como una "tremenda y dolorosa tragedia", afirmó que la situación el hacinamiento en las cárceles del país es problema "heredado del pasado", en alusión implícita a los gobiernos de la Concertación.La cifra de víctimas mortales podría aumentar en las próximas horas dada la extrema gravedad de los heridos."Esperamos que esto no ocurra, pero no podemos garantizar que el número de muertos no aumente", admitió Piñera.
Mientras los heridos son atendidos en varios hospitales de la capital chilena, decenas de familiares de los reclusos se agolparon en las inmediaciones de la cárcel a la espera de conocer la identidad de los fallecidos. La cautela de las autoridades para no proporcionar información errónea o imprecisa provocó el enfurecimiento de las personas que habían llegado este miércoles festivo hasta la cárcel para visitar a los internos.
Cuando habían transcurrido más de cinco horas desde el inicio del siniestro, un numeroso y angustiado grupo de familiares descargó su rabia contra las fuerzas de seguridad que custodiaban el recinto en el momento en el que las autoridades informaban sobre las personas que habían resultado ilesas. Los familiares lanzaron botellas y piedras a los funcionarios y policías en las afueras de la cárcel, según pudo comprobar Efe.
El siniestro ocurrido, el más trágico de la historia de las prisiones chilenas, "demuestra que la situación penitenciaria en nuestro país no resiste más", admitió el presidente Piñera. El ministro de Justicia, Felipe Bulnes, manifestó que la principal preocupación de las autoridades ahora son las personas lesionadas y entregar la identidad de los muertos a los familiares. "Después estudiaremos las responsabilidades de lo ocurrido", agregó. Las autoridades destacaron el "trabajo espectacular de los gendarmes"para evacuar a los reclusos, "con riego de su propia vida y en condiciones muy precarias".
La población reclusa en Chile ha aumentado extraordinariamente en los últimos años entre otras razones debido a la entrada en vigor en 2000 de la reforma procesal penal.
Así, en el año 2003 había 35.000 presos, frente a los 55.000 que existen en la actualidad.
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