Santiago de Chile

Roberto Matta elevado al cubo

Fue para él la obra de arte total, un conjunto de lienzos que rodean al espectador, casi lo acorralan y convierten en protagonista. Las formas redondeadas, sinuosas, los colores vivos, algunos de ellos como pintados a fuego; ésa era el universo del gran Roberto Matta (Santiago de Chile, 1911-Civitavecchia, 2002), de quien en noviembre se cumplirán cien años de su nacimiento y que el Museo Thussen ha querido homenajear anticipadamente reuniendo una célebre instalación suya

La instalación de los lienzos de Roberto Matta ocupan un espacio en el Museo Thyssen
La instalación de los lienzos de Roberto Matta ocupan un espacio en el Museo Thyssenlarazon

Corría el año 1966 y él ya era un artista reputado, cuya presencia resultaba habitual en galerías y museos. Una de estas salas, Alexander Iolas de París, le abrió sus puertas la para colgar «l' Honni aveuglant» (El proscrito deslumbrante)», un montaje compuesto por cuatro obras (en Madriod se puede ver, además, un lienzo que posee la pinacoteca) y que a partir de hoy el centro de arte acoge tal y como lo concibió el artista para aquella ocasión. Difícil es explicarlo, aunque la sensación de sentirse atrapado por la creación es inmediata cuando se lpone un pie en la sala.

Por todas sus caras
Su viuda, Germana Matta, aseguró ayer en Madrid que plantea una reflexión sobre la importancia y el significado del espacio, «algo que le obsesiona desde el principio», declaró la comisaria Marta Ruiz del Árbol. Licenciado en Arquitectura, «a Matta le obsesionaba representar el espacio, pero no sólo el espacio interior, como los surrealistas, sino combinándolo con el espacio externo». Y es que el artista formó parte del cogollo artístico que lideraron Dalí o Duchamp y al que se unieron tantísimos después. Con el segundo comparte precisamente la física moderna, y una de las formas que tiene de representar las cuatro dimensiones, que es incluir al espectador en la pintura.

«Roberto Matta consideraba que los artistas ven más que el resto de las personas y por ello le interesaba trasladar sus ideas sociales y políticas a sus obras, y lo hacía provocando que sea la obra la que posea al espectador», como ocurre en la instalación de «El cubo abierto», un espacio pintado por todas sus caras, informa Efe. En su primer montaje de 1966, la instalación estaba formada por dos obras más, pero cuando se volvió a exponer en 1973 ya solamente contaba con cinco lienzos. Las dos obras que no se muestran se conservan en una colección privada y en un museo de Estados Unidos.

En los lienzos, Matta quiso representar todos los ámbitos: la tierra, el cielo, el pasado, el futuro, las fuerzas que nos atacan y las fuerzas que nos defienden, y lo hace a través de «Grandes expectativas», al fondo; de «El proscrito deslumbrante» y «El dónde en marea alta», en los laterales; y «Donde mora la locura A» y «Donde mora la locura B», colgados formando un techo y garcias a las cuales el espectador se siente atrapado dentro del conjunto.Junto a las obras que forman esta instalación se exhibe otra pintura de Matta perteneciente a la colección permanente del museo, «Sin título, 1942-1943».


El experimento de Nicholas Ray
Todos los estudiantes de las modernas escuelas de cine deberían ver «We Can't Go Home Again», la última película de Nicholas Ray, restaurada para su reestreno en la 68 edición de la Mostra de Venecia el año en que se celebra el centenario de su nacimiento. Con sus alumnos del Harpur College rotando cada dos semanas en el equipo de rodaje, y con la intención de documentar «la historia, el progreso, los hábitos y la moral de la vida cotidiana», Ray realizó con este su primer filme experimental, en el que, mezclando formatos (super 8, 16 mm y 35 mm), reproduciéndolos en multipantalla y alterando las imágenes a través del videosintetizador de Nam June Paik, quería interrogarse sobre su quebrada identidad como cineasta, sobre la herencia que legaba a sus estudiantes, y sobre los cambios de una realidad que se precipitaba hacia el futuro. Vista casi treinta años de su pase en Cannes es, en realidad, una pieza de futuro que aún no ha encontrado su lugar en el mundo.

- Dónde: Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid.
- Cuándo: Desde hoy y hasta el 23 de octubre.
- Cuánto: 8 euros.