San Sebastián

Puerta Grande con olor a despedida

San Sebastián. Primera de feria. Se lidiaron toros para rejones de Fernando Sampedro, paradote, el 1º; y manejable, al paso y con fijeza, el 4º; y para la lidia ordinaria de Alcurrucén, desiguales de hechuras y de presentación; bueno y encastado, el 2º; reservón y a media arrancada, el 3º; informal, el 5º, que va y viene con distinto ritmo; el 6º, brusco, de media arrancada y complicado. Un tercio de entrada.Hermoso de Mendoza, rejón (saludos); rejón (dos orejas).Sebastián Castella, de azul marino y oro, buena estocada, aviso (oreja); estocada trasera y baja (saludos).Jiménez Fortes, de azul y oro, buena estocada, aviso, cuatro descabellos (saludos); pinchazo, estocada, aviso (ovación)

Puerta Grande con olor a despedida
Puerta Grande con olor a despedidalarazon

Afrontar una feria con la amenaza de que sea la última amordaza la ilusión. Nada que ver con lo vivido en la parada anterior a San Sebastián. Un mundo del esplendor de Huelva al olor a muerto que desprende Donostia. Es tarde para los porqués. Se abren de par en par ante nuestros ojos. La dejadez en la gestión fue nuestra primera condena y la del puñetero nacionalismo nos hizo presa después. Y otra vez. Todavía nos rondan los ecos catalanistas, que por distanciarse de España dieron carpetazo al toreo y pidieron rescate al Estado poco tiempo después. La decadencia del todo vale, porque alguien lo consiente. Bildu lo tiene claro y ya lo ha manifestado. No quiere toros. Y este es el último año firmado por contrato y, por cierto, esta vez sí, un ferión. Bildu no cuenta con la mayoría pero serán los toros moneda de cambio para liquidar también la España en San Sebastián.

 Comenzábamos ayer así una Semana Grande con olor podrido a despedida. Comenzábamos mientras España en baloncesto disputaba los últimos minutos de partido contra USA sobrados de raza y querer. Nuestra tercera final olímpica. Orgullosos de los nuestros aun en la derrota, que es premio de plata y oro en la entrega. De raza también tiró Pablo Hermoso de Mendoza con el toro de Sampedro que abrió plaza. Flojito, desrazado y con ganas de nada. Lo hizo todo él y ese caballo «Ícaro» que deleita dando el pecho al toro en el embroque, cara con cara, mirada de frente. La explosión llegó con el cuarto, que no quiso morir y de tanto tragarse la muerte, pareció hacerlo de pie. En pie. Ahí rompió la gente después de una esmerada faena, de atacar al toro que iba con fijeza y al paso. Un rejonazo y dos trofeos.

La corrida de Alcurrucén para lidia ordinaria tuvo mucha seriedad en la embestida y algunos también en las hechuras. Otros bajaron mucho. Encastado fue el segundo, primero para Sebastián Castella. El toro tomaba la muleta por abajo y lo hacía con transmisión pero nada de lo que ocurría en el ruedo era producto del azar. El francés lo trabajó, lo fue haciendo y por la mano derecha firmó tandas de muchos muletazos y con largura y profundidad. Poderoso el francés que se cobró una buena estocada y quedó en poca cosa el premio.

El quinto, de distintas hechuras, iba y venía pero sin regularidad. Una vez acortaba el viaje, a la siguiente lo alargaba y antes de acabar la tanda derrotaba. Castella imprimió firmeza y poder al trasteo, sobre todo en los naturales, y acabó metiéndose entre los pitones. En el centro del ruedo entró a matar y ahí cayó el toro.

Jiménez Fortes se las vio con el tercero, que fue toro serio e imponente, como su embestida. Reservón, racaneaba el viaje, media embestida sin demasiada entrega. A Fortes le fue suficiente para montar la faena. De cerca, solvente, tragando y poderoso. Bien. El sexto no tenía tampoco el camino fácil. Brusco, media arrancada y complicado final. Fortes renunció a ligar y de uno en uno con el péndulo en el entretiempo fue haciendo un trasteo sin demasiado relieve. La poca gracia del toro y la repetida vulgaridad de un circular detrás de otro, nos recordó, maldita sea, que estamos de despedida. Así nos supo la Puerta Grande.