PSOE

«Hoy alguno acaba en el agua»

La Razón
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SEVILLA - La guardia de Carme Chacón escoltó a la aspirante a su llegada al Hotel Renacimiento. Profético nombre para albergar el 38 Congreso del PSOE, que más bien necesita una resurrección. O un milagro. La catalana paseó acompañada de Pajín y Zerolo entre una nube de cámaras y simpatizantes. Rezumaba una alegría prematura y una sonrisa clavada en la cara que se antojaba forzada. «¿Pero ahora vendemos pulseras? ¿Tenemos "merchandising"?», preguntó al aire a su paso por las tiendas del hotel. «¡Cómo hemos cambiado!». Zerolo, pegado a pespunte, le reía los comentarios seguido de Pajín. «¡Qué peligro las fuentes! Hoy alguno acaba en el agua», fue otro de los chascarrillos que se le escucharon antes de reunirse con el resto de la Ejecutiva. Apenas dos minutos después, Alfredo Pérez Rubalcaba le siguió los pasos. Mucho más tenso, y serio, el equipo oficialista con Elena Valenciano a la cabeza se quejó del marcaje mediático después de que un periodista le pegara una grabadora en la boca. Rubalcaba fue de los pocos que ayer se puso corbata. Quizá para poder ajustársela y relajar tensión. Con gesto grave, se sacaba los puños de la chaqueta. Ya a cubierto en una zona exclusiva para la dirección, cada contrincante se colocó en su rincón. A través de los resquicios que dejaba el biombo, podía verse a Madina repartiéndose entre ambos equipos. Ellos ni se miraron. Zapatero, el más relajado de todos, charlaba con Blanco y López Aguilar. Nadie salió a recibirlo a las puertas del hotel. El ex presidente entró solo en el lugar en el que murió su carrera política. Ya en la arena del Plenario, los aspirantes escenificaron una pantomima de fraternidad que a estas alturas del partido bien podrían haberse ahorrado. Ni hacía falta ni nadie se creyó la «performance». Las cámaras captaron un comentario de la ex ministra que ilustra la dureza de la contienda en manida clave futbolística: «Me siento como Messi esquivando las patadas de Pepe». El lapsus, si es que fue tal, se produjo durante el almuerzo. Tanto Rubalcaba como Chacón comieron con su gente, cada uno en una punta. La mesa del ex vicepresidente tenía cierto aire de funeral. En cambio, Chacón no dio tregua y se paseó por las mesas cual novia recién casada saludando a los invitados y dejándose retratar por todo el que quiso. Con su sempiterna chaqueta roja, pantalón oscuro y bolso marrón, daba la impresión de verse ganadora. Y es que el ambiente, el «feeling», le favorecía. Eso, o es que en su campaña trabajaron bien. ¿Y qué decían los delegados? Pues que todo puede ocurrir, que ninguna suerte está echada y que, empleando las palabras de Chacón, hasta hoy no sabremos quién pegará el baño a quién.