El Cairo

Egipto se resigna a la dictadura

El régimen egipcio buscaba ayer salvar la poca credibilidad que le queda permitiendo a algunos representantes de la oposición hacerse con un escaño en el Parlamento, pero ya nadie confía ni en el proceso electoral, ni en las promesas de una apertura democrática, después de que todas las fuerzas opositoras fueran prácticamente eliminadas en la primera vuelta de los comicios el pasado domingo.

Dos votantes comprueban las listas en las puertas de un colegio electoral
Dos votantes comprueban las listas en las puertas de un colegio electorallarazon

Una semana después, las votaciones están más que decididas y los resultados se conocen de antemano, ya que la mayoría de los escaños no asignados en la primera vuelta han sido disputados entre candidatos del gobernante Partido Nacional Democrático que, antes incluso de que abrieran los colegios, ya tenía asegurado más del 97 por ciento del Parlamento.
Esto no ha evitado que la jornada electoral, marcada por la ausencia de candidatos opositores, estuviera plagada de irregularidades en varias circunscripciones, que se saldaron con al menos 19 detenidos.

Incluso hubo altercados entre representantes del propio PND, que han vuelto a recurrir a la intimidación, la compra de votos y la manipulación de urnas y papeletas.
El candidato prodemocracia Ayman Hadhoud consiguió tan sólo 300 votos el pasado 28 de noviembre, compitiendo frente a uno de los pesos pesados del Gobierno en el barrio de El Zeitun, en la capital egipcia, relató a LA RAZÓN. Según él, la segunda vuelta ha sido todavía menos limpia porque «nadie está contento con los resultados, ni siquiera el propio régimen», el cual ya no puede fingir ser democrático.

Hadhoud y muchos otros concuerdan en que el Gobierno quedará deslegitimado tras estos bochornosos comicios,. También por la escasa participación, que en la segunda vuelta ha sido aún más baja que en la primera: situada entre un 10 y un 15% por observadores independientes.

Pérdida de esperanza

En ambos casos, la mayoría de los egipcios no han acudido a votar, sabiendo que las elecciones están amañadas, y los pocos que lo hicieron hace una semana han perdido la esperanza de que su voto cuente para algo.

El país parece resignarse a convivir con un régimen que les gobierna desde hace 30 años y contra el que no pueden o no quieren luchar. Tal y como dice Mustafa, un taxista de 40 años: «Lo único que quiero es darle de comer a mis hijos», como el resto de los egipcios, que sólo pide vivir dignamente.

En la primera ronda, el PND de Mubarak, en el poder desde 1981, se adjudicó 209 legisladores, y el resto, hasta 221 escaños, fueron para independientes y fuerzas políticas de la oposición.